De la Rúa se fue descompensado del juicio por sobornos en el Senado

En un receso, el ex Presidente sufrió una lipotimia con pérdida súbita y pasajera del sentido y debió ser asistido por médicos del SAME. Por la mañana su abogada había hecho un repaso de distintas instancias del gobierno de la Alianza

El ex presidente Fernando De la Rúa sufrió hoy una descompensación de salud durante un receso en el juicio oral donde está acusado de haber ordenado el pago de sobornos a senadores para aprobar la ley de reforma laboral, y tuvo que ser asistido por los médicos del servicio de emergencias SAME.

Es que durante toda la mañana, y en la segunda jornada de alegato, su abogada defensora, Valeria Corbacho, había hecho un largo relato de diferentes instancias políticas del gobierno de la Alianza y la abrupta salida del Ejecutivo del vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez cuando había estallado el escándalo de los sobornos.

"Fue un repaso de un montón de circunstancias del gobierno. En el almuerzo fueron todos al noveno piso, donde está el comedor, y ahí De la Rúa estuvo 'revolviendo' algunas cosas y se descompuso", dijo a DyN uno de los presentes.

Uno de los asesores del ex presidente precisó que De la Rúa tuvo una "lipotimia", una pérdida súbita y pasajera del sentido, que podría ser ocasionada, entre otras cuestiones, por una baja de presión.

Sin que llegara a perder el conocimiento, los abogados de De la Rúa lo asistieron, pero el ex presidente quería irse a su casa sin ser visto por los periodistas que el día anterior lo habían retratado en la cima de la escalinata de los tribunales federales de Retiro, contaron las fuentes.

Momentos después, el Tribunal Oral Federal 3, a cargo del debate que comenzó en agosto del año pasado, retomó la audiencia para seguir escuchando el alegato de la defensora, fustigando a muchos de los protagonistas del escándalo por los supuestos sobornos, sobre todo al "arrepentido" Mario Pontaquarto.

Ya sin De la Rúa a su lado -que pidió alegar el martes próximo-, la doctora Corbacho buscó desarticular los argumentos de la Fiscalía, que pidió seis años de cárcel para el ex presidente por "cohecho agravado".

Así, Corbacho cuestionó al ex senador Antonio Cafiero por haber prometido aportar pruebas de los supuestos sobornos e involucrar en ello a los ex senadores Ramón "Palito" Ortega, Eduardo Bauzá y Angel Pardo, "todos ellos sobreseídos".

"Cafiero a los periodistas les decía una cosa y a los senadores otra", afirmó, y agregó: "Tenía prestigio político. Atribuirle una mancha a la Alianza que llegó al Gobierno para combatir la corrupción entusiasmaba a Cafiero. Y adoptó cualquier versión que le fuera útil sin medir la seriedad".

Tras disparar contra los periodistas Joaquín Morales Solá y María Fernanda Villosio, la abogada también cuestionó el valor que se le dio a la denominada "confesión" del entonces senador Emilio Cantarero, quien no se encuentra en el banquillo de los acusados por problemas de salud.

"Cantarero no sabía nada y en el peor de los casos lo inventó para intimar o impresionar a la periodista. Los acusadores se preguntaron sobre los motivos de Pontaquarto porque en el fondo nadie le cree pero a nadie se le ocurre preguntarse por qué habló Cantarero. Justo cuatro días antes Cafiero le había dado una nota a Villosio en donde hablaban de un arrepentido", dijo.

Tras sostener que "la prensa acusa y la gente cree", la abogada le reclamó al tribunal un "análisis sereno" para establecer que el pago de sobornos "nunca sucedió" y denunciar la "orfandad de pruebas" de la Fiscalía.

Avanzó así una vez más contra Pontaquarto, al pedir prestar atención que el ex secretario parlamentario habló en 2003 cuando su situación económica era "desesperante" y había sido exonerado del Congreso.

"Pontaquarto no vino acá a declarar por su conciencia. Vino porque estaba desahuciado y no tenía para comer y fue pagado para venir a declarar -denunció-. Y eso no lo tuvo en cuenta ningún funcionario público a la hora de presentarlo como arrepentido".

En ese punto la abogada disparó especialmente contra el entonces jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández; un asesor suyo, Daniel Bravo; y contra el entonces jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra.

"Pontaquarto contaba con el más amplio asesoramiento, dinero en efectivo sin rendición de gastos y la promesa de custodia cuando pusiera un pie en tribunales. El Gobierno (de Kirchner) vivió como un día de gloria (la aparición de Pontaquarto) y se instruyó al Ministerio de Trabajo para que se analizara la derogación de la ley. Era la reivindicación de Chacho Alvarez", añadió

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