En la Región, la droga se fracciona para la venta

La propia modalidad con la que actúan las bandas narcos en La Plata repercute en una merma de la “calidad” de la droga que ofrecen, en general de muy baja pureza. Eso se debe especialmente a que quienes se dedican a vender droga, operan habitualmente bajo la misma lógica: movilizan hacia la Ciudad cantidades moderadas de por ejemplo, cocaína, para “estirarla” y convertirla en más “dosis de mala calidad”.

Es un proceso que no demanda grandes inversiones ni métodos novedosos. “Prácticamente todo lo que entra es para estirar”, aseguran los expertos, aunque advierten que existen excepciones.

“Estirarla” o “cortarla” significa agregarle al estupefaciente aditivos que, sin neutralizar por completo el efecto narcótico y tóxico, ni modificar la apariencia de la sustancia, la hacen crecer en volumen. Esos aditivos “imitan” ciertas características, o comparten alguna propiedad con los efectos de la cocaína, como provocar picazón o un efecto anestesiante. Así, con el agregado de elementos como vidrio molido, bicarbonato o aspirina es posible obtener más dosis de la cantidad original de cocaína.

Nadie duda que el negocio es altamente rentable, aunque es difícil establecer los beneficios concretos que puede obtener un vendedor. Eso depende de factores como el volumen de ventas, la sustancia comercializada o la modalidad.

Hoy un gramo de cocaína se vende en la Ciudad a unos 100 pesos, dependiendo de su pureza. Si se considera que (siempre en valores aproximados) un vendedor consigue una tiza de cocaína a 500 pesos, de la que puede elaborar unas 20 dosis de un gramo, es posible hacerse una idea de la dimensión del negocio.

Se calcula que en cada etapa de la cadena de producción, distribución y venta, el precio de cualquier droga se incrementa entre 100 y 200 por ciento. “El que la vende al consumidor final gana más porque la estira, pero también porque es más riesgoso, son los que caen presos más seguido”, explican fuentes policiales.

En la Región, el mercado de las drogas sintéticas es mucho más reducido, al igual que el del paco, que ni por asomo tiene los índices de ciertas localidades del conurbano.