Fuerte apuesta a una institución renovada

En un nuevo y extenso documento apostólico, el papa Francisco proclamó la misión de su pontificado, la cual avizora una reforma en la Iglesia y en el papado mismo para crear una institución más misionera y misericordiosa que se involucre activamente en la ayuda a los pobres y los oprimidos.

El pontífice estableció en el documento conocido ayer las prioridades que ha venido anticipando en ocho meses de homilías, discursos y entrevistas para acomodarlas dentro del contexto más amplio de cómo reforzar el celo evangélico en un mundo caracterizado por la indiferencia, la secularización y las enormes desigualdades económicas.

Explicó sus declaraciones más controvertidas, en las que ha criticado la “obsesión” de la Iglesia por transmitir una serie inconexa de doctrinas morales, al afirmar que, en la “jerarquía de verdades” de la Iglesia, la misericordia es primordial, es necesario establecer las proporciones entre las cosas y lo que cuenta es invitar a los fieles a incorporarse.

Fue incluso más lejos al afirmar que algunas de las tradiciones históricas de la Iglesia podrían ser dejadas de lado si ya no sirven para comunicar la fe. Citando a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino, Francisco resaltó la necesidad de moderación en las normas “para no recargar las vidas de los fieles”.

A la vez, reafirmó la oposición de la Iglesia al aborto y especificó claramente que esta doctrina no es negociable y que está en el núcleo de la insistencia del clero en la dignidad de cada ser humano.

El documento, Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), es el segundo texto pedagógico importante emitido por Francisco, pero el primero realmente escrito por él puesto que la encíclica “La luz de la fe”, emitida en julio, fue obra casi exclusiva del papa Benedicto XVI antes de renunciar. Las preocupaciones del papa son palpables en todo el texto, y las citas teológicas e históricas que utiliza no dejan duda sobre sus puntos de referencia y sus prioridades: los papas Juan XXIII y Pablo VI, que presidieron el Concilio Vaticano II, que modernizó la Iglesia, son citados reiteradamente.

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