Asalto y golpes en la casa de una médica en el barrio El Mondongo

En agosto, un intento de robo dejó a su hija con un disparo en el muslo. El miércoles a la noche, en una entradera, les robaron de todo. Para la familia Natansohn, el 2013 que está por terminar quedó signado por el costado más violento de la delincuencia.

Se trató de un robo cometido en 121 entre 68 y 69, en El Mondongo.

Alrededor de las 22.00, los dueños de la casa esperaban la visita de un amigo. Pero cuando el invitado se disponía a entrar, aparecieron de repente al menos tres ladrones.

Aprovechando la oscuridad de la cuadra, las víctimas fueron obligadas a ingresar a punta de pistola al inmueble.

Nadie se resistió cuando a la visita le asestaron un culatazo en la cabeza, que lo dejó herido.

“Se los veía excitados, nos pedían plata constantemente”, relató Victoria Abeles (56), la dueña de la casa.

Junto a su marido y, al amigo que recién llegaba, la mujer fue obligada a permanecer encerrada en el baño.

Fue una pesadilla, que se extendió por alrededor de 20 minutos.

Ese fue el lapso que les insumió a los ladrones revisar toda la casa para desvalijarla.

“Cada tanto se nos acercaban al baño para decirnos que no saliéramos”, recordó la mujer.

En ese interín, Victoria aprovechó sus habilidades como médica y le dio los primeros auxilios a su amigo con gasas y agua oxigenada, porque seguía perdiendo sangre.

A cara descubierta, los delincuentes fueron cargando un televisor, un equipo de música, una cámara de fotos y otras pertenencias en el Renault Sandero de los damnificados.

Con ese botín, más cinco mil pesos que hallaron guardados, el grupo huyó hasta El Carmen, en Berisso, donde dejó abandonado el vehículo.

el recuerdo del panico

Pasaron poco más de tres meses desde que el 22 de agosto tres ladrones armados sorprendieron a Gabriela Natansohn (28) en la puerta de la casa de su novio, en 12 entre 72 y 73, para robarle la moto al joven.

A pesar de que la pareja no se resistió, uno de los delincuentes comenzó a disparar.

De los tres proyectiles, uno le pegó en la parte interna del muslo de la joven, que es profesora de Educación Física.

Algo de ese miedo reapareció en las horas siguientes a la entradera que sufrieron sus padres.

“Tanto ella como nuestros vecinos se acercaron a solidarizarse, porque también les tocó sufrir la inseguridad”, señaló Victoria, que por último agregó: “Hasta a mi hijo le robaron varias veces en la calle”.