Julio César Aparicio

Con el fallecimiento de Julio César Aparicio, hecho ocurrido a sus 78 años, la Ciudad pierde un médico que se destacó tanto por su excelencia profesional como por su trato humanitario con los pacientes. Su pérdida provocó una profunda tristeza entre quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo.

Había nacido en La Plata, el 10 de abril de 1935, en el seno del hogar conformado por Luisa Margheritis y Horacio Aparicio y creció en el barrio La Loma junto a sus hermanos Hugo y Liliana.

Cursó los estudios primarios en la Escuela N°10; los secundarios en el Colegio Nacional y luego obtuvo su título como médico en la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata.

En la primera etapa de su vida profesional se dedicó a la fisiatría y rehabilitación, especialidad que le permitió trabajar en la Escuela N° 527 para atender a niños discapacitados. Con ellos, como con tantos otros pacientes a los que se entregó con humanismo, puso en práctica los grandes valores que rigieron su carrera. Por eso no dudaba en operarlos gratis o dedicarles cuidados especiales en el Hospital de Gonnet para que pudieran reinsertarse a la sociedad de la mejor manera posible.

Luego se especializó en Ortopedia y Traumatología y fundó ese servicio en el Hospital de Gonnet.

También se desempeñó en el área de rehabilitación del Hospital Español y, en el Hospital Italiano, fue varias veces jefes de servicio de Ortopedia y Traumatología. En este último centro sanitario tuvo la satisfacción de completar 50 años de carrera.

Como formador de médicos, Aparicio brindó generosamente sus conocimientos a numerosas camadas de nuevos profesionales. Su probidad y calidez hicieron que muchos de ellos siguieran vinculados a él a través de sentimientos fraternales y de una gran gratitud.

El 31 de enero de 1973 fue una fecha que constituyó un importante hito en su vida porque se casó con María Eva Stysto. La pareja radicó su hogar en La Loma, lugar en el que crecieron sus hijos Guillermo y María Soledad, quienes también siguieron sus pasos profesionales.

Hace dos años tuvo la felicidad de convertirse en abuelo de Manuel, de quien solía decir que amaba más que a su vida.

En el tiempo libre le gustaba ir a su campo de la localidad de Angel Etcheverry para estar en contacto con la naturaleza, ya sea con sus animales, como con las plantas a las que cuidaba con particular interés.

A Julio César Aparicio también le gustaba viajar junto a su esposa y como recuerdo de sus travesías acostumbraba traer plantas con las que arreglaba el jardín de su casa de La Loma.

En el plano deportivo fue un apasionado simpatizante de Gimnasia.

A lo largo de su vida cosechó grandes amigos a los que generosamente acostumbraba recibir en su hogar.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE