Alarmante comprobación sobre la relación entre delito y consumo de drogas

Los datos y testimonios dados a conocer en nuestra edición del domingo pasado ratificaron con claridad lo expresado hace muchos años por expertos, en el sentido de considerar a las adicciones -especialmente ahora el consumo de pastillas mezcladas con alcohol- como puertas de ingreso al delito y a comportamientos antisociales.

La nota puso de relieve que el consumo combinado de pastillas y alcohol se ha convertido en un flagelo comparable al del paco, tal como se afirmó en la dirección de Niñez y Adolescencia de la Municipalidad platense. Se indicó que el consumo de psicofármacos con alcohol entre los jóvenes de algunos barrios se extiende a tal punto que regularmente acuden a ese organismo padres desesperados en busca de ayuda. Todos ellos llegan con la misma preocupación: no logran controlar la agresividad de sus hijos cuando están bajo el efecto de esa mezcla y tienen miedo de lo que pueda llegar a pasar.

Asimismo, en el organismo comunal se dijo que la gran mayoría de los menores privados de la libertad en institutos de la Región reconoce abiertamente que tomó pastillas y alcohol parar salir a robar y que, para ellos, ese consumo es una forma de cobrar coraje porque la mezcla les provoca una pérdida de la consciencia y los vuelve mucho más agresivos.

Datos obtenidos hace ya mucho tiempo habían demostrado que la adicción de inicio más común entre los platenses era el alcohol. Y también que existía -y sigue existiendo- una precocidad en el inicio de consumo. En este sentido, la tolerancia social y familiar al consumo de alcohol en nuestros adolescentes constituye un riesgo muy severo.

Desde ya, no quiere decir que todo joven que bebe alcohol termine en adicto. Pero si a ello se le suma el consumo combinado con psicofármacos, los resultados no pueden sino reflejarse en una mayor agresividad y deterioro general de la conducta de los jóvenes.

En ese contexto parece oportuna la decisión autoridades sanitarias de establecer controles sobre un conjunto de fármacos que tienen un uso problemático en poblaciones vulnerables al ser mezclados con alcohol, procurándose mediante esas fiscalizaciones limitar la venta ilegal de esos medicamentos. Un estudio realizado por la Secretaría para la Prevención de la Drogadicción puso en evidencia que la mezcla de ciertos fármacos con alcohol aparece asociada sobre todo a la manifestación de conductas violentas y en algunos casos a la comisión de delitos también violentos.

Una vez más debe instarse a la sociedad y a las autoridades a redoblar esfuerzos para combatir un flagelo que, ciertamente, viene dando muestras de no estar debidamente controlado. Sin duda que la tarea de naturaleza preventiva debe ser extremadamente compleja, pero ello no implica que no deba ser abordada con la mayor premura y energía posibles.

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