El amor irrumpe y todo tambalea

VALERIA BERTUCCELLI Y ELENA ANAYA, PROTAGONISTAS DE “PENSÉ QUE IBA A HABER UNA FIESTA”

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

PENSE QUE IBA A HABER UNA FIESTA, de Victoria Galardi.- ¿Qué pasa cuando tu amiga empieza a salir con tu ex? Lucia (Bertucelli), que hace tres años se separó de Ricki (Mirás), se va a pasar unos días con su actual pareja y le pide a su mejor amiga, la desolada Ana, que le cuide la casa y su hija. Y aparece Ricki y bueno, salen a comer y acaban en la cama. No hay más. La historia es chiquita pero está bien contada. Los celos, la amistad, el amor posesivo, el flechazo, las dudas, los códigos femeninos, todo estalla cuando Ana le cuenta a Lucía lo que está pasando y lo que está sintiendo.

Es una comedia dramática, pero también tiene humor y pasa con mucha naturalidad de las preguntas al odio, de la sorpresa a la bronca. Hay culpas, reproches, dudas. Lucía siente que Ricki no está en su vida pero le sigue perteneciendo. Y la noticia que le trae Ana la obligará a revisar los alcances y el peso de ese ex que sigue ausente y sigue estando y al que se valora más cuando lo disfruta otra.

Galardi (“Cerro bayo” y “Amorosa soledad”) tiene buen oído para el diálogo, destreza para pintar personajes con pocos pincelazos (el jardinero), buen pulso para conducir actores y sobre todo talento para crear climas a través de una puesta en escena que sugiere más de lo que dice y nos enseña que lo explícito está en los detalles. No es un filme redondo. Es moroso, le falta animarse un poco más, pero es creíble, elegante, sensible y con final abierto, una película que, como la vida, deja a todas sus criaturas tambaleando. (*** ½)

ATRAPA Y CONFUNDE

EN TRANCE, de Danny Boyle.- Filme vistoso, algo extravagante, confuso, lleno de emboscadas narrativas, pero tiene nervio y aciertos visuales. Don Boyle (“¿Quiere ser millonario?”) suele pasarse de rosca, pero sabe cómo se hace para que hasta la escena más simple tenga sello propio. Cine comercial de empinada factura. Sádico, vertiginoso, medio tramposo pero también atractivo. Aquí cuenta las andanzas de un ladrón que se roba un cuadro de Goya. Cuando va a escapar recibe un golpe en la cabeza y no se acuerda dónde lo dejó. Los integrantes de la banda primero no creen en su amnesia, pero después deciden recurrir a una terapeuta. Hipnosis y charla van despejando el camino. Pero las cosas nunca son simples. La terapeuta juega su partido, hay traiciones, sospechas de todos lados y surgen recuerdos y olvidos que lastiman y complican todo. Al final el robo es una forma de ajustar cuentas.

La película se enreda, porque no sabemos si lo que vemos es lo que pasa o lo que deambula por la conciencia de ese desmemoriado. Thriller interesante, intenso, pero con demasiadas vueltas. (*** BUENA)

SE VIENEN LOS COREANOS

ASALTO A LA CASA BLANCA, de Antoine Fuqua.- Gerard Butler se calza el traje del Bruce Willis de “Duro de matar” para salvar a Estados Unidos de un ataque de terroristas coreanos, los flamantes villanos de Hollywood. Es la misma fórmula: un tipo solitario, algo arisco, que solito se encargará de salvar al país, rescatar al presidente y poner en caja a unos desalmados invasores que, hasta allí, le venían ganando por goleada a un ejército norteamericano que llega tarde o tiene mala puntería o se equivoca en el diagnóstico. Sobran efectos especiales y golpes de efecto, sobra clima patriotero y afirmación del coraje y la entrega, pero como película de acción –de eso se trata- funciona. El comienzo es muy bueno y el resto, arrollador. Eso sí, Butler podrá con los coreanos pero no con Bruce Willis. (** ½)

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