Murió el jefe del clan Puccio, una banda que horrorizó al país

Tenía 84 años. En los ‘80, junto a dos de sus hijos y otros tres hombres, secuestró y asesinó a tres empresarios

Fue uno de los grandes protagonistas de las crónicas policiales de las últimas décadas y el cerebro de una sanguinaria organización delictiva que horrorizó al país. Arquímedes Puccio, el jefe de una banda familiar que en los ‘80 secuestró a cuatro empresarios y asesinó a tres de ellos en su casa del partido bonaerense de San Isidro, murió ayer a los 84 años.

Puccio había purgado dos tercios de su condena a 25 años de prisión, hasta que el 17 de julio de 2008 recuperó la libertad y se instaló en la ciudad pampeana de General Pico, donde finalmente falleció.

Alrededor de las 4 de la madrugada, según confiaron fuentes policiales, Puccio murió a raíz de las complicaciones por un accidente cerebro vascular (ACV) que sufrió en las últimas semanas y por el cual había sido atendido en el hospital de esa ciudad.

TENEBROSO NEGOCIO FAMILIAR

A fines de la última dictadura e inicios de la democracia, la familia de Arquímedes Puccio -que en 1973 estuvo vinculado al entonces ministro de Bienestar Social José López Rega- secuestró a los empresarios Ricardo Manoukian, Emilio Naum y Eduardo Aulet.

Cuando en 1985 la Policía rescató a la empresaria Nélida Bollini de Prado, la última víctima, se supo que el llamado “clan Puccio” estaba compuesto por Arquímedes, dos de sus cinco hijos -Daniel y Alejandro-, el militar retirado Rodolfo Franco y sus amigos Guillermo Fernández Laborde y Roberto Oscar Díaz.

Diez años después, los Puccio fueron condenados a prisión perpetua y Arquímedes pasó varios años en la cárcel, hasta que por su edad empezó a gozar del beneficio de la prisión domiciliaria, paradójicamente en la misma casa en que había cometido los crímenes.

Pero en 2004 la Justicia revocó ese beneficio y fue trasladado al Correccional Abierto de General Pico.

Durante su estadía allí salió una tarde hasta una despensa que estaba frente al penal de régimen abierto y robó dos sobrecitos de sopa, que escondió en un bolsillo de su sobretodo.

El dueño del comercio lo advirtió y lo denunció sin saber que era Puccio. Así, en agosto de 2005 perdió sus privilegios y recayó en la Unidad Penal 4 de Santa Rosa, donde terminó de cumplir su condena.

La Justicia de capital federal había considerado como cumplidos para Puccio los 25 años de prisión (contabilizando un tramo de la condena bajo la ley del “dos por uno”) y en consecuencia resolvió su excarcelación en 2008.

Allí volvió a vivir a General Pico, donde se convirtió al evangelismo e intentó ejercer su profesión de abogado, carrera que había estudiado en las cátedras penitenciarias.

Su hijo Alejandro también había conseguido la excarcelación pero murió a los 49 años como consecuencia de una infección generalizada, en 2008.

El comisario Mauro Bertone contó que Puccio se había casado con una mujer mucho más joven que él, con la que convivió varios años, pero hacía unos cuatro meses estaba separado. Ejercía como abogado y había puesto su propio estudio jurídico, en el que asesoraba por jubilaciones. Lo encontraron muerto en una cama de su casa del barrio El Molino. Ningún familiar quiso hacerse cargo del cuerpo.

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