DE TODO, COMO EN BOTICA

·        Hace muchos años, estando por Mar del Plata, arrojé al mar una botella conteniendo en su interior un poema en borrador. Dicen que hoy apareció en nuestras costas, pulido y embellecido. ¡Gracias, Alfonsina!.

 

·        Allá por 1806 nuestras mujeres patriotas y heroínas criollas repelieron a los invasores ingleses arrojándoles aceite hirviendo, y hasta huevos y papas, como proyectiles improvisados, desde las azoteas coloniales. Si alguna vez paseas por Londres, pon atención en el emparedado que allí consumen en la vía pública, como bocadillo popular.

 

·        Ella quería reproducirse a su imagen y semejanza. Como una diaria dosis de medicina, todas las mañanas se detenía diez minutos, desnuda y de pie, frente a su mejor espejo. Pero no pudo ser: el vidrio reflejó solamente su frialdad.

 

·        Tuvo una vaca de la que hablaba maravillas. Pero también tuvo una chiva que nunca quiso hablar.

 

·        Se entretenía pasando las páginas del calendario, de adelante hacia atrás y viceversa, hasta que en un determinado instante se dio cuenta que había llegado al final de su almanaque y pasó a estar aburrido, como cualquier muerto.

 

·        El inigualable aroma del asado campestre invadió sus sentidos en forma de apetito incontenible. Entonces se apresuró a elegir el mejor lugar en el banquete. Dispuso su plato de madera, sus cubiertos criollos, su servilletón de papel,  pero al colocar el vaso descartable recordó que había dejado la dentadura postiza en agua, en su departamento.

 

·        Una cosa es seguir el camino de los codos sobre la mesa y otra cosa es conseguir hacer sobremesa en un recodo del camino.

 

·        Me insistió tanto en que conociera a su padre que al final debí acceder a su persistente solicitud. Confieso que no me resultó cómodo que la cita fuese en la capilla de su barrio. Inclusive tuvimos que aguardar que finalizara la misa y que su primogénito se vistiera de civil.

 

·        Siempre usaba gorra con la premisa popular de que de ese modo no se le volarían las ideas. Prefirió volar él y que la gorra fuera la custodia de su obra. Pero no fue una buena idea, un viento dio vuelta la gorra y solamente alcanzó a reunir unas pocas monedas al final de la función.

 

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