Marcelo Bernasconi

El fallecimiento de Marcelo Bernasconi provocó profundo pesar en distintos ámbitos de la Ciudad. Emprendedor, solidario, y muy ejecutivo para resolver los diferentes inconvenientes que surgieran en las distintas situaciones de la vida, dejó su buena huella en quienes lo conocieron.

Había nacido el 2 de enero de 1957, en Tandil, donde vivió su infancia junto a hermana Mónica. Sus padres, Rubins Bernasconi y Adela Damiano, le marcaron el rumbo del trabajo para emprender todos los proyectos que llevaran a cumplir los diferentes objetivos. Rubins Bernasconi, enfermero, fue reconocido por la comunidad tandilense y una de las salas del hospital local lleva su nombre.

En su ciudad natal de Tandil cursó los estudios primarios y secundarios, en el Colegio San José. Luego se recibió de profesor de Dibujo y Pintura en el centro de Bellas Artes de Tandil.

A La Plata llegó para estudiar Medicina e integró el centro de Estudiantes de Tandil, donde su fuerte faz solidaria dejó marcado a fuego a sus compañeros.

Por diferentes razones no pudo culminar la carrera universitario y se volcó de lleno al rubro comercial, donde se desempeñó como encargado de diferentes locales emblemáticos del centro platense, donde siempre estaba al pie del cañón para resolver todos los temas vinculados al área: compras, logística, difusión de campañas, diseño de los locales y todo en cuanto se refiera a la cuestión económica financiera de los mismos. Se entregó de cuerpo y alma, remarcan quienes trabajaron con él en sus 27 años de actividad comercial.

En 1990 se casó con Fátima del Valle Molina, con quien tuvo una hija, Alina, su orgullo y “gran debilidad”, tal como marcan en su seno familiar.

Aunque cultivaba el perfil bajo, jamás le falló a sus amigos y allegados en las reuniones sociales a las que era invitado. No sólo asistía, sino que también colaboraba con aspectos organizativos de los eventos.

Entre sus gustos, fue un apasionado por la fotografía y en lo deportivo le gustaba el automovilismo, donde cosechó una fuerte amistad con el reconocido piloto platense Gastón Mazzacane. En relación al fútbol, fue hincha de Independiente.

Como legado a su familia dejó su fuerte rasgo solidario como bandera de acción, ya que siempre estaba dispuesto a ayudar al que se cruzaba por su camino y necesitaba que le dieran una mano.

Su rasgo emprendedor le permitió encarar diversos proyectos familiares y laborales que merecieron distintos reconocimientos.

El humor, la calidez y don de gente le permitieron cosechar fuertes amistades, de las cuales se sintió siempre orgulloso y prácticamente las había integrado a lo que él consideraba su familia, con todo lo que eso representaba para él.

El “Colo”, tal como se referían a él quienes contaban con su confianza, dejó marcada a fuego su impronta del esfuerzo y perseverancia.

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