Es necesario ajustar controles sobre los alimentos que se venden en la Región

Numerosas evidencias médicas reunidas en los últimos años vinieron advirtiendo sobre un debilitamiento ostensible de los controles bromatológicos que se realizan en nuestra zona, así como también en las revisiones sanitarias sobre los comercios que los expenden, esto es en todo lo que atañe a la producción, manipulación, conservación, elaboración y distribución de esos productos de consumo. Como se sabe, esta situación se vio agravada por la proliferación de puestos de venta informales que se vino registrando en distintos lugares.

Es ese contexto de crecientes irregularidades cobra, por consiguiente, especial valor la experiencia llevada a cabo por científicos del Conicet, que impulsaron en el distrito de Berisso el programa “carnicerías saludables”, que llevó adelante con el Municipio durante los últimos tres años y que –merced a una serie de medidas sugeridas- logró reducir de manera sustancial el número de comercios que, al iniciarse ese trabajo, presentaba altos riesgos de contaminación.

En ese sentido, Berisso fue la ciudad pionera en el país en implementar este programa, que ahora continuará el Municipio por su cuenta, aunque con el apoyo que necesite por parte del Conicet, según dijo un investigador de ese organismo científico e integrante del Instituto de Genética Veterinaria de la facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional de La Plata.

Durante el desarrollo del programa”, los investigadores recorrieron 130 locales para tomar muestras de carne en picadoras, mesadas, cuchillos y manos de los expendedores. Con los resultados de los análisis se elaboraron informes que fueron entregados en forma confidencial a cada comerciante para la solución del problema bromatológico detectado.

Desde la Comuna se puso de relieve la muy buena predisposición de los comerciantes para favorecer la fluidez del programa y aceptar las sugerencias que, a modo de capacitación, se les fueron impartiendo. Se detalló que los carniceros priorizaron el lavado de manos, la sanitización de cuchillas y picadoras, muchos dejaron de usar mesadas de madera que cambiaron por las de teflón, abandonaron los trapos rejilla y optaron por toallas descartables.

Lo aquí expuesto, circunscripto a un solo rubro, debiera servir para tomar conciencia acerca de lo mucho que puede y debe hacerse para ajustar los controles sanitarios sobre los alimentos que consume la población y sobre todos aquellos lugares en donde son manipulados. Al mismo tiempo, las autoridades debieran también realizar campañas apropiadas sobre las precauciones que la gente debe adoptar en materia de consumo alimenticio.

Si bien no se conocen estadísticas oficiales actualizadas, se calcula que en la Argentina ocurren unos dos millones de incidentes alimentarios por año, denunciándose pocos años atrás que entre el 40 y el 50 por ciento de la carne que ingresaba a La Plata no pasaba por la verificación bromatológica municipal, aunque ese dato nunca fue confirmado oficialmente.

Lo cierto es que lo complejo del tema, cuya gravedad ha quedado ya debidamente expuesta, exige una evaluación profunda en los más altos niveles. Es imperioso devolver la tranquilidad perdida, en una cuestión de tan obvia sensibilidad.

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