Desenfrenada farsa de Scorsese

LEONARDO DICAPRIO, PROTAGONISTA DE “EL LOBO DE WALL STREET”, DE MARTIN SCORSESE

Por Alejandro castañeda

EL LOBO DE WALL STREET, de Martin Scorsese.- Desaforada farsa sobre el ascenso y caída de un personaje real, Jordan Belfort, un ambicioso agente de bolsas que edificó de la nada un imperio financiero. Belfort es destructivo, carismático, caprichoso, drogón, desesperado, un tipo que juega siempre con fuego y no se detiene ante nada, el centro de esta caricatura corrosiva. Lo mejor del filme es el espíritu desafiante y arriesgado de un veterano Scorsese que, lejos de apostar a la fabula moralizadora, apela a todos los excesos apara pintarnos un mundo tan cruel como irreal. El filme es largo, grotesco y siempre a punto de desbarrancarse, con personajes pintados a la ligera y una acción que no decae, pero en sus excesos dejar ver la desmesura de una realidad hecha de esas ruidosas burbujas que nunca llegan a tierra. En una buena escena del comienzo, le explican al joven Belfort, que en Wall Street todo es mentira, que no hay nada debajo de esa lluvia de cifras y lujos, que la vida pasa a ser un fraude más para estos agentes que venden como diamantes los residuos de un mundo que hace sus caminos con puro barro. Y eso es todo. El filme no es sugerente ni incisivo, no conmueve ni admite lecturas ocultas, todo está allí, vertiginoso, pasado de vueltas, demasiado explícito, un desenfrenado desfile de gritos, droga, sexo, borrachera, billetes, aprietes y traiciones que ponen en escena el mensaje desolador de un mundo que necesita (como sugiere la escena final) que los embaucadores de siempre sigan vendiendo ilusiones a esa manada de crédulos que creen necesitar lo que están comprando. (*** ½).

EL PODER A VECES ESCLAVIZA

FROZEN, de Chris Buck y Jennifer Lee.- Elsa es una reina con extraños poderes: cuando se enoja, todo lo que la rodea, se hiela. Por eso su comarca vive un eterno invierno. Su hermana Anna intentara librarla del maleficio para que el sol pueda volver a este reino del frío y la nieve. El nuevo producto de Disney está más cerca de sus viejos títulos que de las imaginativas obras de Pixar. Nada de relecturas, sino un acercamiento clásico a una historia clásica. Parte de un relato de Hans Christian Andersen para poder retornar al territorio predilecto de sus filmes más tradicionales: un cuento de hadas con canciones, animalitos buenos, paisajes, unas gotas de humor y la promesa de un buen amor. Y de fondo, los viejos peligros de siempre: el odio, la envidia, la codicia, los tramposos, la muerte y la soledad. La técnica es impecable. El 3D luce a pleno en esta producción de hermosos efectos visuales que tiene acción, aventuras, suspenso y la vieja enseñanza que al final sólo el amor es capaz de doblegar los inviernos que todos llevamos dentro. Una película llevadera y atractiva que además tiene de prólogo un corto encantador sobre el cine de ayer y de hoy. La moraleja de “Frozen” es simple: los poderes al final terminan esclavizando a quiénes lo detentan; la reina vive ese drama. Cuando se enoja (y las reinas se enojan muy seguido) su hechizo arrasa con todos… hasta con ella misma. (*** BUENA).

UN VIAJE FALLIDO

ULTIMO VIAJE A LAS VEGAS.- Duele verlos a De Niro, Kline. Douglas y Freeman (el mejor de los cuatro) en papeles tan ingratos, con chistes viejos, caras descuidadas (o demasiado cuidadas), haciendo el ridículo en esta estudiantina con tela de arañas que trata de contarnos las diversiones de estos viejos amigos en una lección paseo por Las Vegas. Cuesta imaginar cómo semejantes actores le han dado el sí a un guión con tan poca cáscara, tan cursi y tan lleno de lugares comunes. Cada uno tiene su historia, incluso hay un viejo recelo que a dos de los viajeros (Douglas y De Niro) los mantiene alejados, aunque al final, como enseñan las comedias, harán las paces. Anacronismos, achaques, viagra, borracheras, una cantante madura que se interpone entre dos pretendientes, caídas al agua y fiestas alocadas, alargan una historia que por arriba parece exaltar el desenfreno, aunque en el fondo termina siendo una apología gastada y conservadora sobre la vida matrimonial, sus ventajas y sus conveniencias. La dirigió Jon Turteltaub y la escribió Dan Fogelman, dos nombres para olvidar. (** REGULAR).

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