Precisiones

Entre las transferencias no automáticas que el gobierno realiza a las provincias del presupuesto nacional, existen algunas que no son discrecionales.

Por ejemplo, los montos que son transferidos para cubrir los déficit de las cajas previsionales provinciales, un trámite que se debe hacer en cumplimiento de sucesivos pactos fiscales firmados por ambas partes. O el llamado Fondo de Incentivo Docente, FONID, que se determina por la cantidad de docentes en cada provincia; o el Fondo Federal Solidario, FFS, distribuido con los mismos criterios que la coparticipación.

Este último es muy importante porque ha ido ganando terreno entre las transferencias no discrecionales. Creado en 2009, es un dinero que se reparte a las provincias a partir de las retenciones a las exportaciones de soja. A los distritos se envía el 30% recaudado. En 2010, 2011 y 2012, representó el 66%, 57% y 55% respectivamente del total de transferencias no discrecionales que se hicieron.

Pero el FFS tuvo, además, una gran incidencia en cómo fue cambiando el destino que se le da a las transferencias en las provincias. Es que mientras las destinadas a financiar gastos corrientes en los distritos subnacionales se redujeron en relación al total, las dirigidas a financiar gastos de capital aumentaron.

Un primer aumento se dio hasta 2006, para el financiamiento de la inversión. Una segunda etapa se dio en 2009, luego de la creación del FFS. Este fondo solo puede utilizarse para la ejecución de obras de infraestructura social básica. Por este motivo, se las contabiliza como transferencias de capital. De hecho, estas terminaron suplantando a otras que el Estado Nacional realizaba con los mismos fines.

Y cómo son fondos que se distribuyen con los mismos coeficientes que la coparticipación, la Auditoría General de la Nación evalúa en su informe que el gobierno nacional ha desaprovechado la oportunidad de utilizar criterios más equitativos de distribución, repitiendo los defectos del histórico sistema. El exponente máximo de esa situación defectuosa y por lo tanto injusta es lo que sucede con Buenos Aires: es, por lejos, la provincia que más aporta a la torta de la recaudación pero recibe menos del 20% de lo que se reparte.

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