Calendario del conflicto

El calendario escolar de este año quedará marcado a fuego por el conflicto. Hay que recordar que las clases empezaron con un mes de retraso por un paro que sorprendió por su duración y su dureza en los comienzos del año. A partir de allí, nunca terminó de despejarse el horizonte. Hubo nuevos paros y una mezcla de protestas y huelgas de menor escala que condicionaron durante todo el año el dictado de clases.

Los padres del Normal 1 llevan una cuenta que es escalofriante: dicen que, hasta la semana pasada, se perdieron por paros y jornadas de perfeccionamiento sesenta días de clases.

Si a esto se suman los feriados -que este año batieron récords-, las horas libres y “otras yerbas”, no sería exagerado decir que es el año escolar más corto de las últimas décadas.

Para los alumnos, el costo es muy difícil de medir. ¿En qué se traduce concretamente cada clase que pierde? Sería aventurado responder a esa pregunta. Pero algo es evidente: esta situación ha erosionado la confianza en la escuela pública. Cada vez son más los padres que deciden migrar hacia la educación privada con el argumento de que garantizan el dictado de clases.

A la preocupación por el impacto en la educación de sus hijos se suma otra: cada día de paro implica un descalabro en la organización familiar.

Ahora se vienen otro dos días de paro. Es una situación a la que tanto los padres como los alumnos ya están acostumbrados.

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