Masako, la enigmática “princesa triste”, reaparece en Japón

Hace más de 10 años que la heredera al trono tiene depresión. No pudo adaptarse a las normas arcaicas de la corte nipona

La princesa heredera de Japón, Masako, asistió ayer a un banquete real en Tokio con motivo de la visita de los reyes de Holanda, en su primera aparición de este tipo desde que sufre una enfermedad inducida por el estrés y por la que está en tratamiento con un equipo de neurólogos y psiquiatras. Masako (50) acompañó a su marido, el príncipe Naruhito, en el banquete imperial en honor de los monarcas holandeses Guillermo Alejandro y Máxima, con quienes tienen un estrecho vínculo. Ésta fue su primera aparición en un banquete real desde que asistiera a una recepción para el presidente de México en octubre de 2003.

Masako (50) se enfermó poco después de dar a luz a su única hija, Aiko, que ahora tiene 12 años, y prácticamente se retiró de la actividad oficial. En una señal de su recuperación, Masako había estado junto a su esposo el año pasado en la entronización del rey en Holanda.

La princesa, de vestido blanco de seda y tiara de plata, lucía muy sonriente mientras conversaba con el canciller holandés Bert Koenders en el banquete en Tokio al que asistieron 160 invitados, entre ellos miembros de la realeza y el primer ministro Shinzo Abe. Previamente, Masako asistió a un acto de bienvenida al rey en la que los emperadores Akihito y Michiko ejercieron de anfitriones.

LA “FALTA” DE UN HIJO VARÓN

Conocida por el sobrenombre de la “princesa triste”, la futura emperatriz del país del sol naciente sólo aparece en público en muy contadas ocasiones. La Casa Imperial se vio obligada a reconocer que Masako sufría un estado depresivo inducido por el estrés de no poder concebir un hijo varón, que perpetuara la línea imperial nipona. Aunque la Casa Imperial japonesa lo niega, medios de comunicación y la propia sociedad asumen que una de las principales razones de esta enfermedad ha sido la dificultad de Masako para adaptarse a la estricta vida palaciega nipona, anclada en tiempos medievales.

El tono conservador que pueden tener las casas reales europeas es nada en comparación con la corte imperial nipona, fuertemente arraigada en la tradición, y donde la mujer ocupa un lugar relegado frente al hombre. De hecho, debe andar siempre por detrás de su marido, no le está permitido hablar antes que él y no tiene agenda propia.

Pero la adaptación a estas normas arcaicas no sentaron nada bien a la salud de Masako, que con tan sólo 30 años, aterrizó en 1993 en una Corte medieval, representando para muchos la modernización que esa institución necesitaba.

LO QUE NO PUDO SER

Licenciada en Economía por Harvard, en Derecho por la Universidad de Tokio y con un posgrado en Relaciones Internacionales en Oxford, Masako dijo adiós tras casarse con Naruhito a una promisoria carrera como diplomática -habla seis idiomas.

La maravillosa vida como princesa que alguna vez pensó que tendría junto a su marido se vio truncada por la imposibilidad de concebir un hijo varón, el sometimiento a múltiples tratamientos de fertilidad y la pérdida de un bebé que sufrió en 1999. Ni siquiera el nacimiento de su hija la princesa Aiko, en 2001, supuso una liberación. Por el contrario, el nacimiento de la nena abrió el debate sobre la idoneidad de cambiar la Constitución japonesa, que sólo permite convertirse en emperador a los hombres, y que no hizo sino aumentar la presión sobre Masako. Aunque la reforma tenía cierto apoyo popular, el nacimiento en 2006 de Hisahito, hijo del príncipe Akishino (hermano menor de Naruhito) y la princesa Kiko, paralizó la iniciativa.

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