El mundo está apestado, o apesta

GUERRA MUNDIAL Z HOY A LAS 22 POR CINECANAL

Por AMILCAR MORETTI

“Guerra Mundial Z” es uno de los estrenos del mes. Va esta noche. Hace poco en uno de los países centrales hubo una reunión de científicos en teoría dura -físicos, astrónomos, etc.- y criticaron de modo severo a los escritores de ciencia ficción -por tradición, compañeros de ruta- por dar solo visiones distópicas, es decir, anti-utópicas, pesimistas, nihilistas, apocalípticas: no hay futuro, se acabó la idea de “progreso” (antigua creación del siglo 19). Los científicos dicen que hay cabida para una esperanza al mejor estilo de los descubridores de mundos nuevos e impensables. En el psicoanálisis hay quienes insisten en lo mismo: ante la desconexión entre pacientes y terapeutas, repiten que hay que revisionar las ideas de base de los maestros y desde allí pensar lo impensable. Resulta que si uno está preparado para pensar solo en lo pensable -previsible, ya experimentado, digamos- es imposible reconocer algo radicalmente nuevo y encontrarle una resolución ahora impensable.

“Guerra Mundial Z”, no estoy muy seguro, puede llamar la atención porque es una gran producción con Brad Pitt como protagonista o bien porque ha llevado al alto presupuesto y dispendioso espectáculo el ya muy repetido, aunque claro en su metáfora, tema de los zombis. Tan clara -o vulgar- es ya la interpretación de esta subespecie de terror que prolifera por todos lados, pareciera querer insinuar que hay que aniquilar al diferente, que por ser diferente es inasimilable: la pandemia puede ser de zombis, pero está a un paso ya corto de masas hambrientas en rebelión, musulmanes ululantes y terroristas pintados por la televisión, sidosos o apestados de Ébola imparables.

Un largo paredón para dividir unos de otros. Se habló hasta el cansancio del Muro de Berlín, ya desaparecido, construido por los comunistas estalinistas. Pero hay numerosos muros divisorios en el mundo de los cuales no se habla y no se muestran, por ejemplo, entre Estados Unidos y México o aquí cerca, en algunos barrios de Buenos Aires Ciudad.

Del otro lado del muro están los “zombis”, incurables. Solución: aniquilación. Entonces, Hitler “tenía razón”. Solo hay que elegir al eliminable, inasimilable, “incurable”, “intratable”, al “incorregible”. Entre irónica y siniestra es la conocida observación de Borges: algo así como que los peronistas no son ni buenos ni malos, “son incorregibles”. Flota la ambigüedad de si por sus fuertes convicciones o porque son insanables en su “enfermedad”.

Cinecanal a las 22.

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