Iniciativa escolar frente a la proliferación de moscas en zonas de la periferia

La nota publicada en este diario que reflejó la iniciativa impulsada por alumnos de la Escuela Primaria N° 123 de El Peligro, a la que asisten unos 600 alumnos -conocida como la “escuela de las moscas” dada la gran cantidad de esos insectos que hay en el lugar- que idearon una forma de terminar con ese auténtico foco infeccioso creando un biodigestor casero que convierte los excrementos de las gallinas en biogás, permite arribar a dos conclusiones dominantes.

En primer lugar, se trata de valorar el ingenio y el esfuerzo puesto por niños de corta edad quienes, desde un contexto de pocos recursos, lograron materializar un proyecto que ya fue premiado en dos ferias de ciencias, aún cuando se requería de mayores aportes para ponerlo en práctica.

Enclavada entre granjas avícolas, cuyos modos de producción originan la masiva presencia de moscas, hace casi tres décadas que la Escuela 123 padece ese problema, al igual que la Secundaria 62, la salita médica y el resto del barrio, cada vez más poblado. Los chicos, obligados a asistir a clases, almorzar y merendar rodeados de moscas, decidieron investigar alternativas junto a sus docentes y crearon un biodigestor casero que demostró ser eficaz al ser puesto en funcionamiento.

Se explicó que un biodigestor es un recipiente cerrado herméticamente, dentro del cual se depositan desechos orgánicos (en este caso, excrementos de gallinas), que en determinada dilución de agua fermentan por efecto de las bacterias anaeróbicas y producen gas metano y fertilizantes líquidos, eliminándose de ese modo el elemento que determina la proliferación de moscas.

Pero la segunda y acaso más trascendente conclusión tiene que ver con el Estado, cuyos organismos responsables –el OPDS, el ministerio de Salud y la Municipalidad, entre otros- han sido reiteradamente advertidos desde hace muchos años por los pobladores de Los Porteños, Las Banderitas, Colonia Urquiza y otras localidades de la periferia, sobre el nocivo fenómeno de las moscas.

Lo que da sustento a esta grave situación es la incompatibilidad existente, a partir del mantenimiento de técnicas de producción en algunos criaderos de pollos, que acumulan el estiércol para emplearlo como abono, en una situación que redunda en la proliferación de moscas caseras y, ratones colilargos, con la expansión de los planes de vivienda en esos lugares.

Los vecinos han presentado escritos ante esos organismos solicitándose un control sanitario de las producciones avícolas y de otro tipo de animales, sin haber obtenido respuesta alguna. Las respuestas obtenidas –según señalaron en las frecuentes asambleas que se realizan- han sido el pase de responsabilidades de una dependencia a otra, sin que ninguna finalmente actúe. Ello a pesar de que, en sus múltiples gestiones, los vecinos aseguran haber sido informados por el INTA acerca de que existen técnicas adecuadas y no costosas para el debido tratamiento de los residuos orgánicos en granjas y criaderos.

Como se ha dicho, bienvenida sea una iniciativa escolar que merece reconocimiento y apoyo. Pero está claro que es el Estado el que debe compatibilizar la convivencia entre los productores y los numerosos vecinos afincados y que se están radicando en esas localidades de la periferia platense.

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