Lo mejor de la música Argentina, en homenaje a Cerati

PASADO Y FUTURO.- CHARLY GARCÍA INTERPRETÓ “VAMPIRO” JUNTO A BENITO CERATI, EL HIJO DEL FALLECIDO MÚSICO

Por PEDRO GARAY

Los dos meses sin Gustavo Cerati que se cumplieron el martes fueron la excusa para recordar una música que nadie olvida: durante toda la tarde se acercaron al estudio de la TV Pública algunos de los músicos más importantes del país para grabar un tema del ex Soda Stereo para “Siempre es hoy”, el especial que el canal pondrá al aire el sábado 22 de noviembre.

Producidos por Tweety González, ex tecladista de Soda Stéreo, los artistas eligieron canciones que hicieron eco en ellos por cuestiones personales y, lejos de los hits, el repertorio terminó siendo un reconocimiento a una carrera multicolor, de largo aliento y llena de aristas experimentales.

SI NO OLVIDO MORIRE

Mollo llegó primero al estudio de la TV Pública para grabar en el homenaje a Gustavo Cerati y explicó que cuando le toque a él ser homenajeado, “quiero esto, que nos juntemos, que toquemos, que nos caguemos de risa”.

El frontman de Divididos era íntimo amigo de Cerati y visitó asiduamente la clínica en que el músico durmió desde su ACV. Allí se encontró en numerosas ocasiones con Leo García (que luego interpretó una sentida versión acústica de “Lago en el cielo”), uno de los más cercanos a Cerati.

Entonces, cuando con la Gibson de Mollo ardiendo y llorando los dos aullaron “si no olvido, moriré”, parte de “Crimen”, la canción de abrasadora y melancólica melodía elegida para la ocasión sonó reescrita desde el suplicio de quienes siguen acá.

UN OCEANO DE FUEGO

El tono inaugurado por la dupla, y el contexto del homenaje, invitaban a la elegía: pero Catupecu Machu decidió un cambio de paso y encendió el fuego de la música de Cerati con una versión al palo de “Persiana Americana”.

Fer, el líder de Catupecu, subió la temperatura, jugando con el público, pidiendo palmas y rompiendo la solemnidad del acto. Y lejos de perderse, el sentimiento se potenció en un exorcismo de fuego. “Está el espíritu de Gus acá, así que vamos, con alegría”, arengó el cantante, que contó que “la canción es especial para nosotros, lo tocamos mucho el tiempo que Gaby se accidentó y Zeta vino a tocar con nosotros”.

En esta tónica siguió Massacre, que interpretó “La excepción”, del rockero “Ahí vamos”: “Siempre admiramos a Soda y Cerati”, contó Wallace, el líder de la mítica banda, y agregó que “en los ‘80 Soda, Sumo, Virus y Fricción formaron parte de una oleada que marcó una ruptura muy fuerte en el rock argentino y algo parecido pasó con nosotros en los años ‘90”.

Richard Coleman, hermano musical de Cerati desde los ochenta, escuchaba su composición mientras esperaba su turno y, cuando le tocó, eligió “Estoy Azulado”, tema escrito por Cerati y él, en versión acústica. “Me gusta tocar las canciones que escribimos con Gustavo, es una forma de regarlas, de cuidarlas y darles vida, además de mantener su espíritu y recordar su amor, talento y afecto”, dijo luego de levantar una ovación del público y de hacer que cada nota de la azulada intro reverbere en el estudio y detenga el tiempo.

Eruca Sativa cerró el devastador set con una versión a la vez respetuosa y empoderada de “Corazón delator”. “Cerati es un artista atemporal y contemporáneo a la vez, esa es la magia de su música: no tiene tiempo, son temas de hoy y siempre”, reflexionó Lula Bertoldi, frontwoman de Eruca.

CERATI BIG BAND

Luego subieron al escenario los colaboradores de toda la vida de Cerati: Leandro Fresco, tecladista de las épocas solistas del líder de Soda, se sumó a Fernando Samalea en bajo, Fernando Nalé en bajo y Rano Sarbach en guitarra para hacer “Amor amarillo”: “No sé dónde estás, ya llegué hasta acá y te extraño tanto”, cantó la lujosa alineación de filiación ceratista.

Estaban sus amigos, sus compañeros de ruta, pero también el crisol de bandas que emergieron directa o indirectamente de la paleta multicolor de posibilidades que abrió la música de Gustavo Cerati. Además de Eruca estuvieron Rayos Láser (“Otra piel”), Lisandro Aristimuño (“Ella usó mi cabeza como un revólver”, con trío de cuerdas y Tweety en los teclados), Cuentos Borgeanos (eligieron “Deja vu”, imantados por la frase “la poesía es la única verdad, sacar belleza de este caos es virtud”) y Guillermo Beresñak (“El rito”).

PASION, MUTACION Y PORVENIR

Mientras caía la noche y el estudio se colmaba a la espera de su majestad Charly García, llegó Fito Páez como una ráfaga: detrás de un órgano y acompañado de un guitarrista, Páez rascó lo más profundo del repertorio de Cerati para versionar “Cosas imposibles”.

“No es una elección tan rara”, explicó el rosarino, “Charly dijo que Gustavo era un arquitecto de la música, así que elegimos un tema que muestra cómo construía su torre musical y poética”. En efecto, el tema comienza con un beat, que, a medida que se agregan capas de sonido, va mutando frente a nuestros oídos. “Mi pasión del porvenir es eternidad”, cantó Fito en la prueba de sonido, y el público corrigió “¡mutación!”.

Fito enmendó, pero aclaró que ambas frases están “bastante bien”: Cerati, la mutación y la pasión del porvenir que condujo su música siempre en busca de nuevas autopistas del sonido.

El porvenir es hoy Benito Cerati, el hijo de Gustavo que se apersonó desde las primeras horas de la nochecita en el estudio. La sorpresa final fue que Benito cerró la velada junto a Charly García, que como siempre se hacía desear, jugueteando entre multitudes en los camarines mientras Julio Moura, compañero de los caminos alternativos de Soda junto a Virus, apareció con una versión librísima de “Un misil en mi placard”, íntima y casi improvisada con los versos de aquel tempranero tema de Soda como hilo conductor.

Y entonces, el show de Charly: con el estudio absolutamente desbordado, el genio loco del rock entró acompañado por Benito, se negó a hacer prueba de sonido y mostró que no se lleva bien con la tecnología (“¡iPad de mierda!”, espetó en uno de los varios comienzos en falso): tras varios minutos luchando contra la tablet que había dispuesto el heredero de los ojos azules de Cerati, en los que el público escuchó encantado sus dislates, versionó “Vampiro”, tema de 1991 que Charly tocó junto a Gustavo.

A pesar de los desperfectos técnicos, esa máquina musical que es García salió a flote y, aunque algo desprolija, la versión del tema, con el agregado de la voz dulce y adolescente de Benito, resultó una emotiva colisión entre pasado y futuro. La atormentada, fantasmal letra y melodía fue, sin dudas, lo más poderoso de la interpretación: el grito conjunto de Charly y el hijo de Cerati, “déjame dormir tranquilo”, pareció otra plegaria de los corazones rotos que dejó atrás Gustavo Cerati.