Asalto, golpes y mucho miedo en una casa de Villa Progreso

Fue en 125 y 74. Las víctimas se mudaron hace un mes y ahora no saben si se van a quedar a vivir en ese lugar

LORENA Y PABLO, LA PAREJA QUE SUFRIÓ UNA NOCHE DE TERROR EN SU VIVIENDA DE VILLA PROGRESO

Pablo y Lorena, de 26 y 27 años, pudieron por fin terminar de construir su casa en Villa Progreso y mudarse hace un mes. Todavía desacostumbrado a los ruidos típicos de la estructura, él prefirió no decirle nada a su novia cuando oyó el sonido de alguien que caía en seco al piso, después de saltar el paredón. Veinte minutos después, cuando salía al kiosco, al joven lo abordaron dos ladrones a cara descubierta y cada uno con un arma de fuego.

Fue en 125 y 74, a las 20.30 del sábado. A Pablo lo sorprendieron en el patio delantero de su vivienda, pero ni siquiera alcanzó a ver a los delincuentes: “Me tuvieron siempre con la cabeza para abajo y me repetían que no los mirara”, contó.

Empezaba así una serie de castigos físicos, que incluyó trompadas, patadas y culatazos en la cabeza.

“¡Abrime o lo quemo!”, le gritó a Lorena uno de los ladrones.

Ella no escuchó la advertencia, pero igual obedeció cuando vio que a su novio le apoyaban un arma al costado de la cara.

La pareja pretendía que el robo terminara lo antes posible y por eso le indicaron a los delincuentes en dónde tenían sus ahorros.

En la recorrida, también se apoderaron de tres cuchillas, un DVD, sus celulares, las llaves del auto y hasta las zapatillas.

Un ladrón “dirigía” todo encañonando al joven y dándole indicaciones a su cómplice. Fueron “como mucho 10 minutos” de miedo, que hacia el final se acentuó todavía más.

“Mirá si encuentran algo más y se creen que no se lo quisimos dar. ¡Nos matan!”, se decían entre sí los chicos en el último tramo del asalto, que ambos sufrieron encerrados en el baño.

Semejante angustia los llevó a ambos a quebrarse, mientras oían que los delincuentes aún estaban dentro del domicilio, revisando lo poco que les faltaba registrar.

“No se llevaron electrodomésticos u otras cosas más grandes, porque se fueron saltando el paredón y estaban a pie. Algunos vecinos los reconocieron cuando salimos a la calle y les dijimos cómo eran”, le explicó Lorena a EL DIA.

La Policía llegó al lugar “en tres minutos” y salió a la búsqueda de los delincuentes. Pero no consiguieron encontrarlos.

Después de varios años de noviazgo, Lorena y Pablo decidieron mudarse juntos. Accedieron a un crédito del plan Procrear, eligieron un lote en oferta y se lanzaron a la construcción de su casa.

A lo largo de los seis meses que les insumió levantarla, les entraron a robar materiales y herramientas once veces.

De hecho, Pablo todavía hoy continúa haciendo trámites en Fiscalías, debido a que en uno de esos episodios hubo un demorado, “que a los 10 días quedó libre”, y que le ofreció mediante su abogado 100 pesos en concepto de compensación.

El dilema que atraviesan ambos es antipático, pero real: todavía están en duda acerca de si van a volver a la casa que les costó construir. “Los vecinos nos dijeron que una vez que estuviéramos viviendo, no íbamos a tener problemas, pero mirá lo que nos pasó...”, señaló Pablo.

Aunque a los dos les quedaron retumbando las amenazas de los delincuentes (“vamos a volver”), su esperanza de recomenzar sigue encendida: “Es nuestra casa, pero no sabemos qué hacer”, apuntó Lorena. Por ahora, están en la casa de la madre del joven.

Cabe destacar que en los dedos anulares de cada uno de ellos tampoco están las alianzas que llevaban desde hace años y que planeaban usar para casarse: también se las robaron.

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