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Un abogado víctima de otro secuestro virtual

Vive en zona norte y le dijeron que tenían a su hijo. Se le quedaron con sus ahorros

11 de Agosto de 2014 | 00:00
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EL DUEÑO DE ESTA CASA CREYÓ ESCUCHAR A SU HIJO PIDIÉNDOLE AYUDA: “LA FORMA DE HABLAR ERA IGUAL”
EL DUEÑO DE ESTA CASA CREYÓ ESCUCHAR A SU HIJO PIDIÉNDOLE AYUDA: “LA FORMA DE HABLAR ERA IGUAL”

La secuencia de amenazas fue la misma de siempre, en la mitad de la madrugada y con una verborragia de parte del presunto secuestrador que llevó a la víctima a quedar envuelta en una escalada de sorpresa, pánico y desesperación; en ese orden. Si algo le faltaba a aquel cóctel, era que el delincuente hablara en otro idioma.

Eso fue lo que le pasó a Carlos González (61), un abogado de barrio Norte. Mientras dormía en su casa de 10 entre 34 y 35, sonó el teléfono de línea y él se levantó a atender.

Primero escuchó la voz de un joven. Era su hijo, o al menos, así lo supuso de arranque. “La voz era igual y también la forma de hablar, con algunas expresiones que él siempre usa”, afirmó González.

“Estoy secuestrado, pasándola mal. Me quieren matar”, eran algunas de las frases que el abogado escuchó. Y, de inmediato, la simulación de que el captor le quitaba el teléfono al joven para empezar con las amenazas.

EN “PORTUÑOL”

Medio dormido y con los primeros síntomas del susto, el abogado oyó que le hablaban en “portuñol”. “Sonaba como un brasilero hablando mal en español”, aclaró Carlos.

Todo pareciera obedecer a una inteligencia previa hecha por los ladrones: el hijo de González, de 28 años, se fue a trabajar a Brasil hace algunos meses.

La relación inmediata que la víctima hizo fue que el muchacho podría correr peligro a miles de kilómetros. Y que no tenía ninguna posibilidad al alcance de confirmarlo, porque los ladrones insistían en que González no podía cortar el llamado ni salir de su casa sin que se lo permitieran.

Después de un intercambio telefónico de “media hora eterna”, el abogado tuvo que ir a la casa de su hermano y pedirle que le diera todo el dinero que encontrara, para obedecer a las amenazas.

“No era mucha plata, pero nos quedamos sin ahorros”, se lamentó el hombre. Por orden expresa de los falsos captores, Carlos embolsó los fajos y dejó todo en 10 y 35, en la mitad de la calle.

Cruel y al filo de la burla, el delincuente le había exigido que contara uno por uno los billetes. También lo obligaron a contar en voz alta hasta 60 para volver a la calle una vez que la bolsa con la plata hubiera desaparecido.

Cuando ya no había forma de recuperar el dinero, González pudo por fin corroborar que a su hijo no le había pasado nada.

“O tienen los teléfonos pinchados o hacen una inteligencia muy detallada. Yo me sorprendí mucho cuando escuché que el que me pedía ayuda era mi hijo”, repasó el abogado que, aunque aclaró estar al tanto de todos los episodios de este tipo que hubo en la Región, no pudo evitar que lo engañaran.

Por último, el abogado señaló que lo único sospechoso que vio cuando salió a entregar la plata fue un Ford Focus blanco, detenido pero con las luces encendidas, en 10 y 34. González no llegó a detectar cuánta gente había dentro, mucho menos individualizar algún rostro.

BARRIO MONASTERIO

Anoche en el barrio Monasterio de Villa Elvira hubo otro intento similar, que al final terminó sin éxito para los ladrones. Hubo vecinos que difundieron el caso en la página de Facebook de un foro de seguridad vecinal, en donde además volcaron sus quejas.

“Desde el 911 nos dicen que muchas veces el patrullero no va en estos casos. Nos amenazaron muchas veces y al foro lo toman para la joda”, protestaron en una publicación, en la que prometieron “seguir trabajando a pesar de todo”.

Y en barrio Jardín, después de otro intento fallido, hubo quienes se comunicaron con EL DIA para resaltar que “son muchos más los casos que hay en la zona y que, de tanto que se repiten, quedan en la nada”.

A pesar de que cada vez más gente está atenta, los secuestros virtuales se mantienen como una modalidad que trastoca estados de ánimo y consigue reacciones desesperadas.


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