Hace falta un juramento

Quizá haga falta, todos los años, jurar sobre el calendario escolar. Se podría hacer un acto solemne en el mes de febrero, antes de empezar las clases, en el que autoridades, docentes, alumnos y padres juren “cumplir y hacer cumplir” ese calendario como si fuera un contrato (una ley para las partes). Y podrían estipularse sanciones a quien “traicione” de algún modo el compromiso.

Podría parecer exagerado, pero ¿no es exagerado el manoseo al que es sometido el cronograma educativo?

Adelantar la primavera para crear otro fin de semana largo ya era demasiado. Tarde, alguien parece haber advertido el exceso y por eso dieron marcha atrás. Pero la contramarcha deja otra preocupación: ¿cómo se toman las decisiones en un área tan sensible como la de la educación?

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