“La Traviata” de Verdi vuelve a subir a escena en el Argentino

Con régie de Willy Landin y dirección musical de Carlos Vieu, se ofrecerá a partir del 19 de septiembre

EL DIRECTOR ESCÉNICO WILLY LANDIN, A CARGO DE ESTA NUEVA VERSIÓN DE “LA TRAVIATA”, DANDO INDICACIONES DURANTE UN ENSAYO EN LA SALA ALBERTO GINASTERA DEL TEATRO ARGENTINO

La temporada lírica continuará en el Teatro Argentino con la inminente presentación del clásico título operístico “La Traviata”, de Giuseppe Verdi, con puesta en escena, escenografía y vestuario de Willy Landin, y un gran elenco encabezado por la soprano norteamericana Elizabeth Blancke-Biggs, el tenor Darío Schmunck y el barítono Omar Carrión.

Con la promesa de una “actualización escénica”, en el que lo simbólico e implícito serán prioridad, la nueva versión de Landin se ofrecerá el viernes 19 y sábado 20 de septiembre, a las 20.30, y el domingo 21, a las 17, en la Sala Alberto Ginastera, 51 entre 9 y 10, bajo la dirección musical del titular de la Orquesta Estable, Carlos Vieu.

Se trata de una de las piezas más emblemáticas de todo el repertorio lírico. Dividida en tres actos y con un libreto de Francesco Maria Piave basado en una obra teatral que, a su vez, se había inspirado en la novela “La dama de las camelias”, publicada en 1852 por Alejandro Dumas (hijo), “La Traviata” constituye junto a “Rigoletto” (1851) e “Il Trovatore” (1853) la trilogía que acabó consagrando definitivamente al músico nacido en Le Roncole. La romántica historia del amor frustrado entre la cortesana Violetta Valéry y el joven de buena familia Alfredo Germont muestra a Verdi alcanzando la madurez en el estilo, con mayor solidez en la construcción dramática y notable riqueza en la orquestación.

Régisseur egresado del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, director de escena y escenógrafo, Willy Landin tiene una vasta trayectoria en el país y en el exterior. Asiduo colaborador del Teatro San Carlo de Nápoles, causó alboroto en 2005 con su puesta de “El Barbero de Sevilla” por su aproximación al musical, además de otros elementos tomados del cómic, sin embargo, en 2006, fue convocado para abrir la temporada del primer coliseo nacional con “La Bohème”.

En diálogo con EL DIA, Landin habló sobre lo que implica hacer esta versión de este clásico verdiano, con el que se topa por primera vez en su carrera, algo que consideró como un desafío doble.

“A estas óperas, tan bellas y profundas, y musicalmente indiscutibles, habría que despojarlas de todo lo que pueda ser cierta tradición, y dejar que aflore la obra en sí”

¿Cuál es el desafío de poner en escena un clásico como “La Traviata”?

“A mí me gusta no englobar, empaquetar. Cuando uno habla de ópera, en realidad habla de casi más de 400 años, es imposible hablar de ópera como algo inamovible. En ese sentido, cada obra tiene un mundo y un lenguaje a interpretar y a respetar. ‘La Traviata’, como en una especie de broma, es un poco ´una que conocemos todos´, en el bueno y en el mal sentido. Al ser una obra musicalmente indiscutible, a veces hay ciertos clichés o cosas que se suponen que deben ser de cierta manera y generalmente no son de una tradición de la ópera en sí sino de determinadas puestas... Para mí estas obras, tan bellas y profundas, habría que despojarlas de todo lo que pueda ser cierta tradición, y dejar que aflore la obra en sí”.

¿Cómo le imprimiste tu sello personal?

“Peter Burke hacía hace poco una diferenciación entre modernizar y actualizar. Modernizar da la sensación, a veces, de algo más banal, como que muchos creen que se moderniza por ponerle unos jeans y zapatillas a cualquier ópera, y para mí no es esí. La actualización no implica sólamente un cambio de vestuario. En este caso, soy respetuoso de algo primigenio de la obra, que no sé si todos los melómanos saben, y es que cuando Verdi recibe la propuesta para hacerla en el teatro La Fenice, él, lo que decide, que no era lo normal en ese momento, era hacer una ópera de tema contemporáneo: él quería que la gente se viera reflejada sobre el escenario. De hecho, eso fue así y fue catastrófico. En cartas posteriores al estreno, el compositor explica que por un temor de los empresarios la empezaron a hacer con vestuario de 1700, como para distanciarla, y que a la gente no le chocara. Sabiendo eso históricamente, para mí vale la pena que la gente vea actualizada la historia en un sentido de concepción escénica”.

¿Cómo sería esa actualización escénica?

“Mi idea es que la gente no vea vestuarios de 1700 pero al decidir despojar la obra de un ropaje que un mismo Verdi, a mi entender, no quería, también empecé a pensar si usar la escenografía como decoración o como objeto simbólico. Así, decidí elegir algunos pocos objetos, pero potentes, que hablaran simbólicamente de la obra, y que mi sirvieran para contar la historia desde otro lugar”.

¿Desde qué lugar?

“Parte de esos objetos, o ambientación, tiene que ver con contar la historia desde el punto de vista de ella, Violetta. A mi entender, tanto en el original como en la obra de Verdi, es muy potente y muy poderosa la relación que la cortesana tiene con el padre de Alfredo, más allá de la historia de amor...”.

En tus puestas, ¿sos más partidario de lo implícito o de lo explícito? ¿O depende de lo que te sugiere cada obra?

“Yo soy partidario de la metáfora en escena, más en esta obra, que son datos que todos conocemos. Lo que muestro es el resultante de esa vida que lleva ella, no necesito hacer escenas que muestren algo que ya es sabido. Sí lo que puedo intentar mostrar son estas dos grandes fiestas, donde dos mundos diferentes se juegan. Me parece que la música tiene un poder metafórico demasiado fuerte como para arrastrarla a ciertas imágenes que a mí por lo menos no se me producen, no digo que no sea válido, no creo que esté ahí el nudo de esta historia”.

MAS FUNCIONES

Con nuevas funciones previstas para el viernes 26 y sábado 27, a las 20.30, y el domingo 28, a las 17, esta puesta de “La Traviata” incluye la participación del Coro Estable del Teatro Argentino, con la preparación de Hernán Sánchez Arteaga, la iluminación será de Sandro Pujía y la coreografía de Analía Clark.

Entradas desde $30.

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