Dos motochorros balearon al chofer de un senador bonaerense en barrio Hipódromo

El auto iba a la velocidad a la que se maneja por la Circunvalación. Su chofer agarró una lomada y algo sonó como si se hubiera roto. Por eso frenó, se bajó y se agachó a ver si había pasado algo. Dos motochorros lo vieron vestido de traje y, por lo que se supone, intuyeron que sería alguien de buen pasar. Lo encañonaron y le terminaron pegando un tiro, para seguir camino como si nada y con las manos vacías. Tirado en la calle, el herido llamó como pudo a la policía.

El protagonista de esta historia es Adrián Ponce (49), chofer del senador provincial Jorge D’Onofrio, jefe del bloque del Frente Renovador en esa cámara. A las 9 de la mañana de ayer, el conductor iba por el boulevard 83 a la altura de 36, en barrio Hipódromo, muy cerca de donde un día atrás habían herido de bala a un repartidor en otro asalto (ver Recuadro).

Adrián estaba en un día normal de trabajo. Manejaba un Fiat Siena rojo por esa zona cuando presintió que el vehículo tenía alguna clase de desperfecto, según contaron fuentes del caso.

Por prevención decidió parar a un costado de la calle y ver qué pasaba. Sin que lo detectara ni que pudiera anticiparse a la situación, un par de motochorros ya estaba listo para robarle.

evitar un mal mayor

Agachado al costado del auto, el chofer empezó a escuchar las amenazas de los delincuentes. Ni siquiera les vio las caras porque tenían los cascos puestos. “Lo vieron vestido de traje y creyeron que podía ser alguien de plata. Fue un hecho al voleo, que nada tiene que ver con la actividad que desarrolla el hombre”, explicó un jefe de esa jurisdicción policial, que incluye los barrios Norte e Hipódromo.

A Adrián lo encañonaron desde el primer instante. Según trascendió, “quiso evitar un mal mayor porque pensó que le podían disparar a la cabeza”. Por eso, se decidió a tomar al ladrón fuerte del brazo, el mismo con el que sostenía el arma calibre 22 con el que lo increpaban. Se acercó la pistola a su cuerpo, con la intención aparente de quitársela.

Pero no lo consiguió. Antes de que lo pudiera hacer, el delincuente tiró del gatillo y la bala le pegó al chofer en un brazo. El proyectil, dijeron voceros del caso, no le quedó alojado en el cuerpo. Sería de un calibre chico, probablemente 22.

Desdeñosos y veloces, los ladrones se escaparon de la escena lo más rápido que pudieron. Adrián se quedó tirado en el lugar y fue él mismo quien tomó su teléfono y marcó el 911.

En pocos minutos la policía de la zona fue a asistirlo. Pidieron para él una ambulancia que no se demoró en ir a atenderlo y llevarlo al hospital Gutiérrez, situado a unas pocas cuadras. Ahí pasó unas horas, entre curaciones y exámenes, hasta que finalmente le dieron el alta.

Como suele ocurrir en este tipo de operativos, una parte de los policías se dedicó a la búsqueda de los motochorros. La presunción más fuerte los orientó a patrullar en dos sectores puntuales: en el barrio Hipódromo, en torno al mismo hospital en el que internaron a la víctima, y en las zonas de El Dique y Villa Catela, de Ensenada.

A pesar de los esfuerzos no hubo forma de que los encontraran. De poco les sirvió a los agentes el testimonio del baleado, porque sencillamente no alcanzó a verles las caras ni en qué moto iban. De hecho, ni siquiera aseguró haber visto al segundo ladrón.

preocupacion

Con dos casos parecidos en menos de 24 horas que incluyeron personas heridas a tiros en asaltos callejeros, la preocupación vecinal rebrotó. “Siempre supimos que esta zona es insegura y que los motochorros hacen lo que quieren. Pero en general era cosa de que te agarran, te sacan lo que tenés y se van”, evaluó una vecina que, lógicamente, no dio su nombre por miedo.

“A los ladrones no les importa nada. Tuvimos reuniones con la policía para que nos ayude, parece que vamos a tener que volver a pedir más prevención”, anticipó.