Michel Houellebecq: Soumission ¿el futuro de Europa?

El mismo día que un grupo comando entró a la redacción de la revista Charlie Hebdo y asesinó a doce personas y dejó en terapia intensiva a otras cuatro, la editorial Flammarion distribuía los 150 mil ejemplares de Soumission, la flamante novela de Michel Houellebecq en la cual plantea la hipótesis de que un frente islámico toma el Eliseo por las urnas tras un ballotage con el Frente Nacional de Marine Le Pen, después de dos imaginarios mandatos de Francoise Hollande.

La oportunidad es única (y también es un peligro). Las ventas están aseguradas pero la probidad republicana del escritor sigue dejando que desear -y a quien le importa: “Marine Le Pen puede detener la inmigración, pero no la islamización”, dijo hace unos días el autor de Las partículas elementales, sin aclarar si hablaba contra los inmigrantes, contra la ultraderecha parlamentaria o contra qué.

Sumisión suena poco menos que a servidumbre. Esa es una de las realidades de la Europa contemporánea. Entre otras conjeturas, hoy se supo que los asesinos de los caricaturistas y de sus colegas, podrían haber pertenecido a un grupo de extrema derecha con el objetivo de exacerbar los ánimos en el país que albergó a la corte de Vichy. Si eso hubiera sido así, nada habría cambiado.

Soumission quizá aparezca como una boutade más de Houellebecq pero otra vez el hombre acierta con cierto espíritu de época: “El ateísmo hoy está muerto, la República está muerta”. Los lazos sociales están rotos, la herencia de Mayo es un individualismo de masa bien consistente y las formas de autoexplotación de los asalariados -sí: el discurso universitario de Byung Chul Han-, ni siquiera admite ventanillas de reclamo.

Esto es “política ficción -aclara el polígrafo. “Pero he acelerado un poco los acontecimientos: 2022 es demasiado pronto”. Para los inmigrantes musulmanes, “la única solución sería efectivamente la constitución de un partido musulmán”. “No soy un intelectual de centro izquierda. Tengo más confianza en la inteligencia de la masa que en la de las elites”, dijo Houellebecq.

Sin conclusiones apresuradas, podría conjeturarse que el efecto combinado de la revolución tecnoinformática, el retiro (por ineficacia o por corrupción, es lo mismo) del estado benefactor, la precarización laboral global y la ausencia de políticas tributarias mucho más agresivas (en la vertiente de Thomas Piketty), es la estofa donde se cuecen las habas del fundamentalismo religioso y el de mercado, y no sólo en el Islam.

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