“Aún no lo sé todo de Frank Underwood”

Batiendo récords de streaming, el oscarizado actor estrenó en Netflix la tercera temporada de “House of Cards”, serie con la que volvió a darle vida a un villano, un término que no lo convence para calificar a su personaje

Ganó un Oscar por “Belleza Americana” en 2000 pero, lejos de regodearse en el éxito, Kevin Spacey se mudó a Londres para hacer teatro. Frank Underwood, el brillante y desalmado congresista de “House of Cards”, le ha devuelto el placer de interpretar a un villano, aunque a él no le gusta llamarlo así.

“Sin duda es uno de los personajes más complejos que he hecho nunca y una de las mayores alegrías de ir a trabajar es que aún no lo sé todo de él”, dijo el actor en una entrevista telefónica con un grupo de periodistas, con motivo del estreno de la tercera temporada de la serie de Netflix.

Spacey, que ya había explorado el lado oscuro en “Los sospechosos de siempre” (1995), por la que se llevó su primer Oscar como mejor actor de reparto, o “Seven” (1995), con su adorado David Fincher, se resiste a dar muchas pistas sobre la nueva remesa de episodios, que arrancó con su protagonista en la cumbre del poder.

“Lo interesante para el público en esta temporada, y para mí de interpretar, es que al alcanzar la Presidencia del país, Frank deja de estar en las sombras, y será muy emocionante ver cómo opera bajo los focos, en el centro de la atención”, explica.

¿Y qué buscará Frank Underwood ahora que parece haber logrado lo que quería? Spacey se sale por la tangente: “Si miras atrás, a menudo los políticos no consiguen lo que se proponen en términos de legado o de mover el país hacia ciertas ideas que defendían previamente”.

“Por ejemplo, Lyndon Johnson, un hombre ambicioso e implacable que cuando llegó -de forma dramática- a presidente consiguió cosas que nadie pensaba que podría conseguir, y que iban en contra de sus posiciones previas, en particular en derechos civiles”, argumenta.

“Creo que hemos aprendido la lección que la industria musical no ha aprendido, y es que si le das a la gente lo que quiere, cuando lo quiere y en la forma que quiere, a un precio razonable, tienes todas las probabilidades de que lo compre y no lo robe”

SOBRE EL ON DEMAND

Cuando en 2013 Spacey se puso por primera vez en la piel de Frank Underwood, alentado por Fincher, director de los primeros capítulos, el actor llevaba más de una década entregado a la dirección artística -y la interpretación- en el prestigioso Old Vic Theater de Londres, ciudad en la que sigue teniendo su residencia.

“Mudarme a Londres fue una idea extraordinaria; mucha gente pensó que era una locura pero yo sé, y sabía entonces, que era la mejor decisión que podía tomar para seguir creciendo como actor”, asegura.

“He estado aquí diez años, y aparte de ‘Ricardo III’, no son ese tipo de papeles (de malvado) los que he hecho; el teatro me ha dado oportunidades tremendas y papeles maravillosos, y espero continuar con esa relación con el teatro y también extenderla al cine”, añade.

CAMBIO DE PARADIGMA

No menos arriesgada fue en su momento la apuesta por “House of Cards” y Netflix, la plataforma digital que apostó por la serie y cuya práctica habitual es colgar las temporadas completas en el momento del estreno.

Cuatro o cinco años antes de “House of Cards”, ya se empezaba a detectar un nuevo patrón de consumo con los cofres de DVD, gente descubriendo series que quizá no vieron cuando se emitieron por primera vez en televisión, comenta.

“Recuerdo que preguntabas a alguien qué había hecho el fin de semana y te decían ‘me lo he pasado tirado en el sofá viendo cuatro temporadas de ‘Dexter’ o de ‘Breaking Bad’. El modelo de Netflix enlaza con este hábito de devorar series”, prosigue.

“Creo que hemos aprendido la lección que la industria musical no ha aprendido, y es que si le das a la gente lo que quiere, cuando lo quiere y en la forma que quiere, a un precio razonable, tienes todas las probabilidades de que lo compre y no lo robe”.

Lo cierto es que Spacey lleva toda la vida retándose a sí mismo. Ya apuntaba maneras cuando siendo joven abandonó, sin licenciarse, la prestigiosa Juilliard School de Nueva York, para empezar a trabajar de verdad sobre las tablas.

“Llevo comportándome de la misma manera desde el instituto, hacía cosas que a la gente le sorprendían. Cuando esperan que vaya a la izquierda voy a la derecha y viceversa, me gusta retarme a mí mismo en formas muy diferentes, es mi manera de ser”.

Fan declarado de Jack Lemmon, a quien dedicó su segundo Oscar, por “Belleza Americana” (1999), Spacey demuestra su interés por la política en la vida real y por los movimientos de reivindicación ciudadana surgidos en los últimos años.

“Hemos visto gente de distintos países del mundo participar e intentar que sus voces se oigan, consiguiéndolo en muchos casos y en otros siendo acallados. Creo que la protesta es una de las cosas más importantes y valiosas que cualquier ciudadano tiene y debe tener capacidad de demostrar”, defiende. –

“Sin duda es uno de los personajes más complejos que he hecho nunca y una de las mayores alegrías de ir a trabajar es que aún no lo sé todo de él”

SOBRE FRANK UNDERWOOD

Belleza Americana
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CAMBIO DE PARADIGMA
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