Otros análisis del fin de semana

El análisis político del fallo del juez Rafecas, que desestimó la denuncia de Nisman contra la Presidenta, predominó en los comentarios de los matutinos porteños. El resumen

JOAQUIN MORALES SOLA
LA NACION

“El golpismo de los otros es su último refugio y lo será hasta el día antes de que entregue el poder”, dice Morales Solá en alusión a Cristina Kirchner. “A ella, no le importan la candidatura de Daniel Scioli ni las condiciones, ciertamente arduas, que aguardarán al próximo presidente, sea quien fuere”. Rafecas. agrega, le hizo un enorme favor al Gobierno, pero “no es la causa de Rafecas la que la preocupa sino la de Bonadio, sobre lavado de dinero de la familia presidencial”. Analiza luego el fallo de Rafecas y una eventual revocación de la Cámara Federal y acerca de la causa que lleva Bonadio. “Cristina sabe que está en riesgo. Menea el golpe de Estado, imposible para un Gobierno al que le quedan meses de poder, porque en el fondo considera que las próximas elecciones serán un golpe político para ella, su familia y su facción”. Concluye afirmando que Cristina “fracturó la sociedad, la dividió con trazos de fanatismo y de odio, sólo para defender una fortuna que ella no puede explicar. El destino se encoge, al fin y al cabo, en el pobre empeño de salvarse de algunos jueces, ni siquiera de todos”.

 

MARIO WAINFELD
PAGINA 12

Sobre el discurso de ayer de Cristina Kirchner, último de sus dos mandatos, trata el inicio de la columna de Wainfeld. Esa rutina constitucional que se cumplió año tras año -afirma- “siempre con contenidos, pasiones...con psicodrama oficialista y opositor. La mandataria jamás se guareció en discursos huecos o ceremoniales, su oratoria hizo agenda, forzó alineamientos”. Alude luego a la paritaria nacional docente, que se creó “como tantas medidas K, para ir recomponiendo el tejido social dañado por las políticas de Estado del peronismo menemista y de la Alianza. La falsa federalización del sistema educativo, pensada sólo en clave de ajuste económico y proyecto conservador, fue arrasadora”. Analiza luego, en detalle, nombre por nombre, los cambios en el gabinete nacional. “El nivel de fuerza propia es muy alto, tiene su lógica. Los funcionarios que llegan o el que asciende no son ´del palo´ ni figuras decorativas sino cuadros políticos con recorrido y convicciones”. Cuestiona más adelantes las críticas a Rafecas formuladas por los diarios de mayor tiraje.

 

EDUARDO VAN DER KOOY
CLARIN

“Cristina Fernández ya no sufre la imputación de encubrimiento terrorista por el pacto con Irán y el atentado en la AMIA. Pero la bala que mató a Alberto Nisman causó una onda política expansiva que la continúa atormentando”, opina Van der Kooy. El misterio envuelve a la tragedia, a seis semanas de producida. No existe una sola pista firme. La propia fiscal Fein ha dicho que carece de certezas. “Ningún golpe de magia encaminaría una investigación que ha extraviado el rumbo”, pero existe un trabajo, de la ex esposa del fiscal, Arroyo Salgado y de sus peritos: “la jueza está convencida que Nisman no se habría suicidado. Las conclusiones preliminares le estarían dando la razón”. Eso no constituiría una buena novedad para el Gobierno. Las irregularidades han sido demasiadas. Analiza después el fallo de Rafecas. El kirchnerismo intentaría volver a la hipótesis del suicidio. Concluye señalando que son “todos esfuerzos desesperados para reorientar la transición, signada definitivamente por una muerte”.

 

JORGE FERNANDEZ DIAZ
LA NACION

“¿De qué color es el vestido de Cristina?”, se pregunta Fernández Díaz, que así metaforiza la actualidad política de la Presidente con el debate universal que se desató sobre el color del vestido de la madre de una novia. Nadie sabe con certeza, tampoco, “qué sorpresas nos deparará el largo discurso dominical de la Presidenta, aunque es seguro que se dedicará a mostrar que no hay estanflación ni default ni cepo ni narcos ni mafia ni pobres”. El objetivo para estos meses que le restan “es claro, pero no muy sencillo: limpiar las causas que la acosan, infiltrar con incondicionales la administración pública, lograr que otros paguen su fiesta, convertirse en la ideóloga del próximo turno o al menos en una feroz jefa de la oposición y regresar después de unos años al estilo Bachelet. Hay muchas diferencias, sin embargo, con su colega: es inimaginable que la presidenta chilena acuse a los jueces y a los medios de golpistas por haber destapado un escándalo que protagonizan su hijo y su nuera. Por el contrario, Bachelet pidió disculpas públicas y mostró vergüenza cívica. Parece que Cristina y Michelle usan el mismo vestido, pero sólo se trata de una nueva ilusión óptica”.

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EDUARDO VAN DER KOOY
JOAQUIN MORALES SOLA
La Nación
MARIO WAINFELD
Morales Solá
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