No pueden existir dudas sobre la calidad del agua que se consume en la Región

La muy grave denuncia formulada por vecinos de Villa Elisa referida a la detección de altos niveles de nitratos en el agua que reciben por las redes domiciliarias enciende, como es de suponer, una luz de alerta para toda la Región y vuelve a poner sobre el tapete las dudas existentes en torno a la calidad del líquido que se distribuye en miles de hogares de la zona.

Algunas comprobaciones realizadas sobre muestras de agua que se extrajeron de un centro comunitario de 58 y 13 la presencia de 62 mg/l de nitratos, un valor que se asocia a varias enfermedades gastrointestinales sufridas por varios niños en las últimas jornadas. Se detalló que el nitrato es un tóxico especialmente peligroso para bebés y el agua que contiene un valor superior a los 50 miligramos por litro es desaconsejable por los médicos para el consumo de bebés, embarazadas y personas con determinadas patologías en la sangre, porque causa, entre otras afecciones, metahemoglobinemia o el llamado síndrome del bebé azul.

El tema está contemplado en la ley provincial 11.820 y el Código Alimentario Argentino que fijan ese tope (en rigor, la norma bonaerense lo establece en 50 mg.y el Código nacional en 45) para su concentración en el agua considerada potable, al determinar que el nitrato es un componente que afecta directamente a la salud.

Los especialistas consultados indicaron que el nitrato ocasiona dificultades en la transportación del oxígeno en la sangre, sobre todo en lactantes, a la vez que advirtieron que el mayor riesgo de consumir agua con altas concentraciones de nitrato se daría al preparar leche en polvo, porque al hervir el agua aumentaría la concentración del nitrato y elevaría los niveles de la sustancia.

Más allá de las relativizaciones y dudas que puedan plantearse, es evidente que el tema es extremadamente delicado y que debe ser abordado con cautela y objetividad. No son nuevos los reclamos por la calidad del agua en la Ciudad. En el transcurso de los últimos años se han reiterado con frecuencia las quejas por la coloración y el gusto sin que haya existido una respuesta concluyente por parte de las autoridades responsables en la materia.

Se señaló en anteriores oportunidades que, al igual que lo que ocurre con otros servicios, la falta de inversión conspiró para que buena parte de las redes de suministro se caractericen por su obsolescencia, a partir de las cuales se registran primero pérdidas y luego filtraciones, por el agua acumulada que reingresa en las cañerías, por cierto, cargada de sustancias contaminantes.

El cuadro en torno a la calidad del agua en La Plata parece haberse agravado con el tiempo y por ello deben multiplicarse las precauciones. La necesidad de recurrir a emergencias médicas luego de tomar agua estaría marcando un límite que ya es más que peligroso. Es más, ya no se trata de los inconvenientes lógicos de un servicio deficitario -que lo es y en una dimensión realmente lamentable-, sino de los problemas de calidad que afectan directamente la salud de la población.

Los antecedentes en la materia profundizaron la incertidumbre. Y, como se dijo, viene a justificar los temores que abarcan a amplias franjas de la sociedad. Por ello se reitera la necesidad imperiosa de una acción rápida y eficaz para devolverle la tranquilidad a la gente y despejar la desconfianza sobre la calidad de un servicio, cuya razón de ser reside en garantizar y no en afectar la salud de la población.

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