Cien años de una desaforada genialidad

El cineasta, director de “El Ciudadano”, nacía un 6 de mayo de 1915: crónica de una vida aventurera y de un talento desbordante y, a veces, desperdiciado

“Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez... Continuaremos informando”.

Orson Welles, que nacía hace exactamente 100 años hoy, interrumpía, el 30 de octubre de 1938, un supuesto programa musical para realizar, mediante flashes informativos, su versión de “La guerra de los mundos”, la novela sobre una invasión marciana de H.G. Wells. Todo era parte del ciclo “El Teatro Mercurio al Aire”, para el que había sido contratada la compañía de Welles: pero el realismo de la puesta radial de Welles fue tan convincente que, cuenta la leyenda, muchos se volcaron a las carreteras en pánico. “No fui a la cárcel; en lugar de ello, fui a Hollywood”, recordaría años más tarde Welles sobre su irrupción en el mundo de la fama.

Gracias a la travesura, los estudios de cine comenzaron a ofrecerle trabajo luego de aquel episodio, pero el entonces actor y director teatral quería algo impensado para un debutante en aquellos días: absoluto control creativo. Sólo una compañía accedió: RKO, para quienes filmaría “El Ciudadano”.

“EL CIUDADANO”

Lo que hizo Welles en “El Ciudadano” no tenía precedentes: desde el uso de la luz y los ángulos de la cámara hasta la edición feroz y una narración lejos de la linealidad que acostumbraba Hollywood, la película funciona como un gran precedente del cine moderno, pero con el virtuosismo puesto en servicio de la historia.

“Kane” inauguró otro mito: el del director demasiado ambicioso, como si de una tragedia griega se tratara, destinado al fracaso. “Siempre me ha interesado más experimentar que conseguir”, llegó a afirmar al respecto, algo que se patentó en la mayoría de sus proyectos, quedando varias, incluso, sin terminar.

“Empecé en lo más alto y desde entonces he ido cayendo”, dijo en los años de exilio: el cineasta se mudó a Europa tras su segundo filme, en busca de mayor libertad creativa. Lo que encontró fue igual predisposición a no financiar sus proyectos.

La obra resultante de aquellos años de exilio es considerada en su mayoría falta de cocción. Welles realizó pequeños papeles actorales para conseguir dinero para filmar y, fruto de la necesidad, desarrolló extravagantes técnicas. Planificó una película de “Don Quijote” que se rodó durante una década y media y nunca vería la luz, una versión cinematográfica de “El mercader de Venecia” también incompleta, y buscó financiamiento del Shah de Irán para “The Other Side of the Wind”, que se estrenará, finalmente, este año.

Aquel sería uno de sus últimos proyectos: antes filmaría “Sed de mal”, “El proceso” y “Campanadas a la medianoche”, filmes que, a la luz de la audiencia, lo redimieron del destino trágico causado por una persecución de la grandeza destinada a los dioses.

Don Quijote
El Ciudadano
Observatorio
señoras
The Other Side

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE