La máxima limpieza en los espacios públicos debe ser un compromiso de todos

La crónica diaria refleja en forma reiterada las protestas de vecinos de la Región por la formación de pequeños y espontáneos basurales en sus barrios, a partir de la desaprensión de no pocas personas que arrojan, aquí y allá, sus bolsas de residuos. Se ha llegado a tales extremos que muchos pobladores, en donde advierten que existe un terreno baldío, se consideran autorizados para arrojar allí la basura, originándose inclusive incidentes cuando son reprendidos por sus actitudes.

Sobre esta suerte de suma de desaprensión y desconocimiento es que vienen proliferando estos basurales, a los que también suman no pocos automovilistas que pasan por el lugar y que, sin ningún tipo de recato, detienen sus vehículos y aportan también todo tipo de residuos en ellos. Semejante panorama deja en claro que sería de la mayor importancia que las autoridades municipales impulsen campañas de concientización, destinadas a que los vecinos conozcan en forma acabada cuáles son sus derechos y obligaciones en este campo.

Un cuadro similar se plantea con las pintadas sobre los frentes de las casas particulares, edificios públicos, monumentos y paseos. En muchas oportunidades es la Municipalidad la que debe salir a realizar tareas de limpieza para borrar esas leyendas o remover carteles que afean el caso urbano. En fecha no lejana las cuadrillas debieron extender esas tareas a las columnas de alumbrado público, semáforos y otras señalizaciones.

Como dato positivo, se sabe que muchas veces han sido los alumnos de distintos colegios que se han sumado a los trabajos de limpieza de la vía pública y del mobiliario urbano, en especial en la puesta a punto de fuentes, monumentos y esculturas o en los paseos públicos o, inclusive, en la franja costera de Punta Lara, en actitudes ciertamente ejemplares desde el punto de vista de la formación cívica de los estudiantes.

Se trata de un tema que las autoridades y la misma sociedad no deberían pasar por alto y que, por cierto, no resulta menor. Una ciudad que no pudiera resolver el problema de su limpieza, mal puede aspirar a logros de otra naturaleza y de mayor complejidad. Podría formularse a través de este teorema: el que no puede lo menos, no puede lo más. La limpieza del espacio público está directamente vinculada a la calidad de vida en la Ciudad. Y por supuesto, a su imagen hacia afuera. Por eso se trata de una cuestión que merece la máxima atención y todos los esfuerzos de parte de la Comuna y de los vecindarios.

Aquí se ha dicho muchas veces, que el tema involucra a la conducta ciudadana. Y que los propios platenses tienen un alto grado de compromiso en el mantenimiento de la Ciudad limpia. Incorporar hábitos ciudadanos que contribuyan a no ensuciar el espacio que es de todos, es una clave importante para garantizar la limpieza de la Ciudad.

En ese sentido, no arrojar residuos a la calle; no contribuir a la formación de basurales; respetar los horarios indicados para sacar la basura a la puerta; cumplir con un adecuado embalaje de los residuos, son todas conductas que cada vecino debe preocuparse por observar. Pero desde ya que la máxima responsabilidad recae sobre las autoridades, que deben ocuparse de garantizar la mayor higiene y limpieza en los espacios públicos.

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