Palabras fatales y amores que duelen
| 15 de Agosto de 2015 | 01:25

EL CUARTO AZUL.- Mathieu Almaric (“Tournee”, “La escafandra y la mariposa”) es una de las figuras más altas del cine francés. Es actor y director. Y sus films aportan intensidad, vitalidad y vuelo. Aquí, parte de una novela de George Simenon para hablarnos de Esther, dueña de una farmacia y Julien, un empresario. Son amantes. Los dos están casados. Pero será ella, con su afán posesivo y su amor incontrolable, la que irá definiendo el rumbo y el tono de la relación. Lo besa, lo rodea, lo atrae y lo muerde. Y esa forma de marcarlo será el símbolo de este amor enfermizo y riesgoso, que deja en segundo plano a los otros dos cónyuges, grises y engañados: un marido enfermo y una esposa que prefiere mirar para otro lado. La secuencia del comienzo subraya los contrastes: después de esa apasionada escena de sexo, aparece el protagonista interrogado por un crimen. ¿Qué pasó? Esther, una obsesiva que toma cada palabra como un pacto, sueña con un Julien para ella sola. Pero él le explicará al juez que en la cama y en esos momentos cualquier cosa que se diga no tiene un valor condenatorio. Esther es literal y quiere traducir en hechos lo que sólo son palabras: pero, “la vida es diferente cuando la vives que cuando la cuentas después” dice un Julien solo y culposo que, al final, ya sin nadie, sólo puede refugiarse en el odio. Es un film sobre los cuerpos sinceros y las palabras (las dichas, las olvidadas, las que están en las cartas) dudosas. Una propuesta interesante, algo fría y puntillosa. Interesa, pero está lejos del mejor cine de Amalric. Sin duda, daba para más esta desdichada historia de pasión, traición y muerte. (*** BUENA).
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