Los autos arrumbados en las comisarías, un problema que lleva décadas irresuelto

Una vez más se ve agravada y origina numerosos reclamos en los distintos vecindarios afectados la presencia de vehículos depositados por orden judicial frente a las comisarías de La Plata, ocupando cada vez más espacios en la calle y conformando lo que se conoce como cementerios de autos, que se convierten en verdaderos focos de insalubridad y causan múltiples trastornos no sólo a quienes viven en esos barrios, sino a la propia dinámica urbana.

Se trata de una cuestión planteada desde hace décadas y que, desde entonces, permanece irresuelta. Se han sucedido en ese lapso anuncios de toda clase, formulados ya sea desde la Municipalidad o desde la Fiscalía de Estado, asegurándose que se tomarían distintos tipos de medidas para evitar la existencia de estos depósitos. Pero, el problema cuya solución se viene declamando desde hace tanto tiempo, vuelve siempre -a la manera de la concepción filosófica del eterno retorno- a reaparecer más tarde y con mayor entidad.

Tal como se informó ahora, los autos estacionados que permanecen depositados –la mayoría de ellos chocados- exceden el área propia del frente de las comisarías, como ocurre con la Segunda, en 38 entre plaza Olazábal y 8. Los vehículos secuestrados no sólo ocupan la calle, sino también la rambla central durante meses, expuestos al deterioro propio de las inclemencias climáticas y convirtiéndose, muy pronto, en montones de herrumbre y suciedad.

Lo mismo ocurre frente a la Comisaría 5ta. y en muchas otras dependencias policiales del casco urbano y de localidades de la periferia. En las distintas comisarías dijeron no sólo conocer sino entender la preocupación de los vecinos, que además comparten, ya que por razones operativas la presencia de esos vehículos resulta molesta y origina dificultades a la propia fuerza policial. Se aseguró que se había enviado una nota a la Fiscalía de Estado para que este organismo tome cartas en un asunto que es de su directa incumbencia.

Lo cierto es que se vuelve imperiosa la necesidad de hallar mecanismos que garanticen que la vía pública permanezca expedita y no ocupada en forma indefinida. Se trata, además, de un tipo de ocupación que se traduce en una diversidad de problemas. Algunos vecinos utilizan a los autos como receptores alternativos de bolsas de residuos y se teme, además, que especialmente los chicos puedan lastimarse al acercarse a esas carrocerías destrozadas, llenas de peligrosos hierros.

Es evidente que los vehículos que descansan por tiempos muy prolongados en los alrededores de las comisarías son la cara visible de una derivación desprolija de procesos judiciales, pero al mismo tiempo son testimonios que reflejan la falta de interés, de decisión política y hasta de imaginación para buscarle al problema una solución definitiva, acorde con la que merecen no sólo los vecinos directamente perjudicados sino el orden general de la Ciudad.

Se está hablando, en suma, de bienes que no tienen por qué permanecer expuestos en zonas destinadas al uso y al tránsito público, causando trastornos a la vida ciudadana. Lo que se impone es que se aceleren todos aquellos trámites destinados a garantizar una mejor disposición de estos vehículos, cumpliendo desde luego con las normas legales que establece el procedimiento a seguir. Al mismo tiempo, se trata de una cuestión irresuelta desde hace décadas que, a su modo, también ejemplifica la indolencia desalentadora y continuada de muchas administraciones.

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