En el amor y en la vida, Gloria aprende a bailar

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

GLORIA.- Sencilla, humana y entrañable. Esta tragicomedia del chileno de Sebastián Lelio se impone a fuerza de desafiar algunos estereotipos de un género tan sensiblero y condescendiente: el de los amores otoñales. La soledad sigue siendo el tema. Gloria es una mujer vital, simpática, atractiva, que roza los sesenta. Trabaja, tiene dos hijos y le gusta salir, bailar, divertirse y conocer hombres. A veces vuelve tambaleando a su departamento y a veces se regala. Una noche conoce a Rodolfo, un tipo taciturno, confiable, pero que vive a la sombra de sus hijas y de su demandante ex. La historia va y viene. Se quieren, se necesitan, pero viven mundos muy distintos: Gloria es suelta, rebelde, mira el futuro y Rodolfo no cree que para amar algo nuevo sea necesario romper con lo viejo. En la intimidad se disfrutan, pero a Rodolfo le cuesta desprenderse del pasado. Y Gloria no tiene tiempo para esperar que cambie. No hay mucho para contar, pero todas las escenas agregan apuntes jugosos sobre el carácter de estos dos seres que han encontrado el amor a una edad donde lo que más cuesta es sacarle las telarañas a la rutina y darle un futuro a la vida. El film vale porque aporta aire fresco, porque es emotivo, porque valora los detalles, porque tiene buenas escenas (ese cumpleaños del hijo donde reina la incomodidad) y sobre todo porque tiene en el centro a una actriz magnífica: Paulina García. Su Gloria al final aprenderá la lección: sola otra vez, vuelve a la disco. Alguien la invita a bailar y ella por primera vez dice que no. Y sale a la pista solita y disfruta. Como si descubriera que el primer paso para ir en busca de un nuevo amor es dejar las malas compañías a un lado y hacer las paces consigo misma. Es como si hubiera aprendido la vieja lección de Pina Bausch: “bailen, bailen o estamos perdidos”. (*** ½).

HEROICO RESCATE

LOS 33, de Patricia Riggen.- Uno se había preparado para otra crónica exultante y calculadora sobre la epopeya de estos 33 mineros chilenos que durante sesenta días estuvieron enterrados 700 metros bajo tierra. El proyecto ofrecía algún riesgo. El principal, ver a los chilenos hablar inglés. Después, rodaje en Colombia y elenco internacional. Y observar al comienzo a Juliette Binoche vendiendo empanadas, nos puso en guardia. Pero el resultado es más que digno. Evita los golpes bajos y sabe conmover. La historia es tan enorme, que sólo con recordarla, estremece. Tras una presentación apurada de media docena de mineros, el film reconstruye (buena secuencia) el derrumbe de la vieja mina de oro y cobre de San José en Copiapó en agosto del 2010. Y a partir de allí alterna lo que pasa allá abajo, en condiciones infra humanas, con lo que sucede en la superficie, donde esas familias encerradas en su desesperación exigen que las tareas de rescate no se detengan, pese a que todo indicaba que no habría sobrevivientes. El film recoge con buenos recursos los grandes instantes de ese increíble rescate: la explosión, las dudas, las pujas inevitables, los enredos políticos y al final el milagros de sacarlos del vientre de la montaña y traerlos otra vez a la vida. (***BUENA)

ALEJANDRO CASTAÑEDA
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