Un misionero de la inteligencia

Jordi Cassá i Vallés, sacerdote catalán, educador durante décadas en la parroquia platense de San Cayetano. Tiene 87 años, vino de Barcelona a presentar su último libro y empezará uno nuevo. “Los teatinos fuimos una avanzada en las escuelas parroquiales en el país”

Por MARCELO ORTALE

Atiende sonriente por la puerta de 30 en el Colegio San Cayetano. Lo rodean como niños tres perros mansos. Hace pasar a un salón y con mano firme sirve dos cafés. Dice que no le queda “mucho hilo” pero el próximo 11 de noviembre presentará en el Casal de Cataluña platense su último libro, recién editado: “El padre Gallifa y dos condenas”, sobre un cura catalán que fue ejecutado en Barcelona por las tropas napoleónicas en 1809, acusado de haber complotado contra ellas.

Pero este intelectual sin descanso avisa que volvió ahora al país también para buscar documentación que le permita escribir la historia de su congregación –los teatinos- en la Argentina. Porque la tarea nunca está terminada aunque se tenga 87 años de edad y hay que empezar de nuevo.

Al padre Jordi Cassá i Vallés lo acompaña en estos días el calor de la feligresía que lo tuvo como párroco en San Cayetano desde fines de la década del 50 y, sobre todo, el afecto de sus ex alumnos, que lo admiran y quisieran retener. Muchos de ellos aún recuerdan los tragos amargos que les hizo beber como profesor y el rigor educativo con que los trató: “Pero sabe Padre –le dicen- por eso estamos aquí… Porque nos marcó un rumbo”.

Ahora Jordi recuerda que comenzó su trayectoria educativa en La Plata anoticiado sobre el país por el padre Jaime Prohens, provincial de los teatinos. Llegado como misionero enviado por Pio XII –se había consagrado como sacerdote en Roma en 1953- estuvo en La Plata algo más de treinta años y acá también se graduó como sociólogo en la Universidad Católica y en Sociolingüística en el Instituto de Investigación Torcuato Di Tella. Compañero del eminente sociólogo y semiólogo argentino Eliseo Verón, refrendaría luego títulos académicos en España, obteniendo nuevas graduaciones en dos universidades de Barcelona. En los últimos años colaboró en la Gran Enciclopedia Catalana, el Diccionari d´História Eclesiástica de Catalunya y en el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia.

Fue rector del colegio San Cayetano y dicen que diseñó pedagógicamente un modelo que en buena medida sigue vigente. “Acá le tenemos un respeto total”, dice uno que ahora es profesor. Cassá i Vallés recuerda que “el de San Cayetano fue el primer colegio parroquial. Tuvo un comienzo muy humilde. Esto era un descampado, con calles de barro... pero yo igual me puse firme y dispuse que para entrar aquí los chicos tenían que dar un examen de ingreso… ¿Y sabe cuál fue el resultado? Que el colegio se llenó de alumnos de inmediato, se acercó mucho más la gente, el colegio había adquirido seriedad y la gente lo entendió así. Fuimos un colegio de avanzada. Pero además, la escuela trajo más población para este barrio”.

EL ESCRITOR

Con actual residencia en su ciudad, cerca de la Universidad y en pleno centro de Barcelona –donde nació en 1929, hijo de Francisco Cassá y de Dolores Vallés, ambos de Tarragona- debió vivir una infancia y primera adolescencia condicionadas por los horrores de la Guerra Civil Española. Ahora, cuenta, ya está recopilando datos para nutrir su próximo trabajo intelectual. Lo rodean libros y carpetas.

Reseña que su orden fue fundada en 1524 en Roma –“es la única congregación que nació en el Vaticano”- por San Cayetano de Thiene y que el origen se puede emparentar con la decisión de algunos clérigos de reformar las costumbres algo codiciosas y frívolas de buena parte de la jerarquía eclesiástica de entonces, con Julio II a la cabeza. Se le consulta si los teatinos, en eso, tienen algún tipo de semejanza con los jesuitas y responde con una amplia sonrisa: “Bueno, con modestia, le diría que son los jesuitas los que se parecen a los teatinos…”.

Es claro que, además de sacerdote, Cassá i Vallés es escritor. Ya lleva siete libros y va por más. ¿Cuántas horas le dedica a la escritura? “Es verdad que me gusta escribir… Pero todo ha cambiado últimamente… Hoy quien escribe debe estar más horas frente al ordenador, digo en Internet, que escribiendo… Más que escribir, el problema está en investigar. Y para eso tenemos ahora el ordenador, que da los elementos. Escribir es más rápido, hoy se escribe velozmente porque uno tiene toda la información a su servicio”.

Entre los libros que escribió figuran Regnum Dei y la Guerra de Napoleón, mientras que en La Plata podrán encontrarse por ahora algunos ejemplares de “El padre Gallifa y dos condenas”, en la librería “Palabras sin prisa” de calle 13 entre 61 y 62.

CATALUÑA

¿Qué pasará con Cataluña? ¿Se independizará finalmente de España? Cassá i Vallés no duda al responder: “vea, en España hemos perdido mucho tiempo en discusiones bizantinas sobre este problema del independentismo o separatismo catalán. ¿Y sabe qué? Los políticos, en lugar de mirarse de frente, se han dedicado cada uno a buscar el imperio de su propio patio”.

“Los grandes partidos españoles han perdido prestigio, han fracasado al tratar esta y otras cuestiones… Además, creo que faltan personalidades políticas atractivas, si usted mira los que entran a las cámaras de diputados… bueno entra gente nueva que con sólo ver la forma en que visten… digamos que se ha perdido un poco de seriedad en la política española”.

“…Más que escribir, el problema está en investigar. Y para eso tenemos ahora el ordenador, que da los elementos. Escribir es más rápido, hoy se escribe velozmente porque uno tiene toda la información a su servicio”

Vale aquí reflejar lo que dijo Cassá i Vallés hace dos años a este diario, cuando había pasado unos pocos días en La Plata (ahora se quedará hasta mediados de diciembre). Recordó que en su casa paterna hablaban el catalán: “Ocurre que el castellano intentó ser impuesto por el Estado centralista en 1714, en tiempos de Felipe V. En ese entonces suprimieron a todas las instituciones catalanas. Se pretendió convertir el idioma catalán en un dialecto, pero culturalmente fracasó el poder central. El problema viene de muy lejos, el afán independentista no es nuevo”.

El sacerdote no dudó, entonces, en definir: “Es una historia muy larga esta de Cataluña, de muchos siglos. Mire cuánto tardó la Santa Sede en reconocer a las nuevas repúblicas que surgieron en América en el siglo XIX… Yo era al principio separatista, pero ahora me han hecho independentista”.

TESTIMONIOS SOBRE UNA OBRA

“El libro del sacerdote teatino Jordi Cassá i Vallés empieza ya sugestionándonos por el título que lleva, El Padre Gallifa y dos condenas. Son estas las dos condenas que específica el subtítulo: verbigracia, lo que se llevó a cabo con el garrote vil –suplicio con que fue ajusticiado el religioso teatino en 1809- y la otra condena, la desmemoria y el olvido”, dice el prologuista del libro, Ramón Corts, reconocido historiador y vicerrector del Ateneo Universitario Sant.Paciá.

“Nos encontramos ante un estudio de gran rigor histórico, sacado en gran parte de fuentes seguras y, algunas veces, inéditas. Lo mismo puede decirse de la extensa y variada bibliografía, ya sea histórica, ya sea filosófica y teológica. Es en definitiva obra de alguien que domina la historia que narra y obra también de quien bien conoce la teología”, añade

El prologuista añade luego que se frente a “un trabajo científico, de amplia visión crítica e iluminador” sobre la vida de quien se convertiría en un mártir del patriotismo catalán, aún cuando Gallifa y los otros ejecutados a partir del complot en el que participaron defendían también y apoyaban al rey de España, Fernando VII, alcanzado por la despótica presencia bonapartista. También elogian el libro el crítico Rafael Wirth, del diario Vivir en Barcelona y un detenido artículo publicado por el “Butlleti e Lárquebisbat D Barcelona”

MISIONERO

Entre otras obras, Cassá i Vallés escribió “José María Tomasi, sabio y humilde”; “San Cayetano, imitador de los apóstoles”; “San Andrés Avelino, un guía amable”; “Pétalos sueltos en el Aire”. Este historiador religioso ha sido calificado como “un buscador de los caminos de Dios, precursor en la voluntad de hacer de la liturgia un momento profundamente vivido”.

Ahora se encuentra en estos días, una vez más, en su segunda ciudad, no se sabe bien si sembrando o cosechando. Lo que se nota es que está feliz.

Este hombre que dice sentirse “culturalmente argentino”, que vino a dar y sigue dando cátedra, que sigue siendo, además de ministro testimonial de la Iglesia, un misionero de la inteligencia.

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