Trabajar para revertir el deterioro edilicio de las escuelas bonaerenses

No es un secreto que la infraestructura escolar en la Provincia se encuentra en crisis desde hace muchos años y que, en tal sentido, han existido informes especiales reveladores del deterioro edilicio de las escuelas públicas. Falta de mobiliario indispensable, carencia de bancos, techos con goteras, paredes descascaradas y baños en mal estado, suelen ser parte de las deficiencias que, como es obvio, se hacen ver y sentir durante los ciclos lectivos.

Ahora acaba de conocerse la decisión del Gobierno provincial de girar, a través de la dirección general de Cultura y Educación, un fondo especial de 70 millones de pesos a los consejos escolares del territorio bonaerense. Según se anunció, el envío se efectivizará en estas jornadas y su finalidad es la de que se realicen tareas básicas de reparación y mantenimiento en las sedes escolares.

En este sentido, es loable que se haya decidido encarar estos trabajos durante el tradicional receso estival que, como bien se consideró desde la cartera educativa, es el momento ideal para atender cuestiones de infraestructura edilicia.

Se detalló que en diferentes colegios de nuestra región existen demandas por falta de vidrios, por el sistema de iluminación y necesidades de contar con elementos para desplegar tareas de desmalezamiento y otras cuestiones consideradas menores en lo que concierne a la infraestructura edilicia, pero que, si no se atienden, pueden complicar la actividad de docentes, alumnos y auxiliares.

Lo cierto es que, cuando se habla de la calidad educativa, no puede minimizarse la problemática de la infraestructura. Una buena educación necesita ámbitos cuidados, bien mantenidos, confortables y adecuadamente equipados. Lo contrario marca una degradación que, tarde o temprano, impregna otros eslabones del proceso educativo.

Por supuesto, la responsabilidad principal en el mantenimiento de los edificios escolares públicos le corresponde al Estado. Pero también debe señalarse la necesidad de que haya un compromiso de los docentes, los alumnos y los padres en el cuidado y el mantenimiento de los colegios.

Hay que decir, además, que enseñarles a los alumnos a cuidar y mantener la escuela es inculcarles valores fundamentales. La educación también pasa por ahí; quizá pase fundamentalmente por ahí: por la formación de ciudadanos responsables, cuidadosos del espacio común, respetuosos y preocupados por hacer su aporte individual a construcciones colectivas. Aprender a cuidar la escuela es, en definitiva, aprender normas de conducta y hábitos de convivencia.

Las asociaciones cooperadoras, que ahora aparecen muy debilitadas, fueron pilares fundamentales para el sostenimiento de las escuelas. Hay que volver a generar esa participación, que no sólo implicaba una valiosa ayuda material sino que también transmitía valores de solidaridad de la comunidad con sus escuelas.

Sin embargo, como se dijo, nada de esto reemplaza la responsabilidad del Estado, que es el que debe garantizar las inversiones necesarias para mantener los edificios escolares y planificar de manera adecuada los trabajos de mantenimiento y refacciones que demandan las escuelas. Es inadmisible que todos los años se llegue al inicio de clases sin haber aprovechado el receso para realizar trabajos de albañilería, plomería o electricidad que pongan a punto las sedes educativas.

alumnos
Cultura
Educación
escolares
escuelas
Gobierno
Infraestructura
mantenimiento
Provincia
trabajos

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE