“Estoy harto de ser el señor reconocido”

Siempre distinto en sus declaraciones, el actor, que estrena “Koblic” mañana en los cines, habló de la película, del oficio y de su presente

E l actor más importante del firmamento del cine nacional, Ricardo Darín, protagoniza “Kóblic”, que se estrena mañana y que aborda la historia de un hombre que escapa del horror en la última Dictadura Militar, aunque el propio intérprete se encargó de avisar que “no se trata de una película sobre la dictadura”.

Darín vuelve a estar en “Koblic” bajo la batuta de Sebastián Borensztein -ya lo había dirigido en “Un cuento chino”-: encarna a Tomás Kóblic, un piloto militar que participó de un “vuelo de la muerte” y que huye a un pueblo perdido del interior luego de desacatar órdenes de sus superiores en pleno terrorismo de Estado. Este oscuro personaje deberá enfrentarse no sólo a su conciencia sino a un siniestro y feroz comisario (Oscar Martínez) que se convertirá en su enemigo, pisándole los talones mientras intenta pasar inadvertido en el lugar. En ese derrotero se cruza en su camino Nancy (Inma Cuesta), una mujer que sueña ser rescatada del infierno que vive en ese pueblo y complica más su situación.

La cinta, que tiene a Alejandro Ocon como coguionista y combina elementos de géneros como el western, el thriller y el suspenso, cuenta con una excepcional ambientación de los años 70, en su mayoría bucólica, además de logradas actuaciones, destacándose la interpretación de Martínez, encarnando al comisario Velarde. “Me gustó la idea inicial, que es la decisión de un tipo que, metido en una estructura tan férrea en un contexto tan duro como ese, decide plantarse y decir ‘yo esto no lo hago’”, y lo siguiente fue el desafío de meterse con una cosa así, porque en el fondo nosotros estamos “guitarreando”, no vivimos esa situación, lo que tenemos que hacer es recrearla y eso es muy complejo, no sabía cuánto hasta que tuvimos que hacerlo. Ahí me di cuenta que era mucho más profundo, doloroso, triste, aberrante, espeluznante y enloquecedor de lo que me imaginaba”, explica sobre lo que le sedujo del papel.

Meterse en la piel de estos personajes dolorosos, afirmó Darín, “es parte de nuestro oficio. Hay que poner el cuerpo y el alma en cada trabajo y ahí, en esa proximidad, es donde caminás por la cornisa, donde entrás en contacto directo con el dolor: yo que soy un tipo que estoy permanentemente en carne viva, todo lo que me pega, me hiere, no me rebota. Entonces, ¿por qué un tipo que puede elegir se mete en estos quilombos? Y la respuesta es porque si como artista no corrés riesgos, no tiene sentido hacer nada”.

Y a fuerza de caminar por la cornisa, Darín ha construido una carrera brillante: “Por un lado, te sentís reconocido, mimado, esas cosas tan esperables desde el punto de vista de lo que queremos los actores, como tener estabilidad laboral. Pero como contrapartida perdés sorpresa, ingenuidad, incertidumbre, que son motores importantes para nuestra actividad, el no saber qué va a pasar, cómo te va a ir. Al ya no pasar por eso, que no significa que me pueda pasar que me maten por un laburo, o que me digan estuviste como el culo, ni siquiera en los casos que yo siento que estuve como el culo, lo cual habla de cierta conspiración a favor que es rara y sospechosa”, afirmó el intérprete con humor sobre su momento, y pide desterrar el “Darín estuvo como siempre”: “¿Como siempre Darín qué? Decime realmente qué te pareció, decíme qué te gustó y qué no, yo necesito aprender”, contó.

Y en este sentido, reconoció estar un poco cansado de la notoriedad: “Estoy harto del señor reconocido, del que tiene que cumplir con determinadas cosas, del que tiene que comportarse de determinada forma. Si yo toda mi vida fui caótico, anárquico y desastroso, y de golpe me veo convertido en un señor correcto, que dice políticamente lo que corresponde y ya tengo los huevos por el piso de mí. Si supieran cuántas veces por día me gustaría patear el tablero y decir sólo y exclusivamente lo que siento y lo que creo y termino diciendo una cosa parecida, pero pasada por mi propia censura, porque al final digo para qué vamos a armar quilombo. No hay nada más aburrido que la notoriedad”.

“Si supieran cuántas veces por día me gustaría patear el tablero y decir sólo y exclusivamente lo que siento y lo que creo y termino diciendo una cosa parecida, pero pasada por mi propia censura, porque al final digo para qué vamos a armar quilombo. No hay nada más aburrido que la notoriedad”.

“ No sé en qué estarían pensando estos tipos cuando estaban subidos a esa locura organizada del horror, de qué forma se habrán narcotizado el cerebro, la porción que les quedaba, para hacer eso con seres humanos, eran chicos, yo no lo concibo ni con animales”

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