Sin dietas y con vitalidad, Esther festejó los 100 años
| 23 de Mayo de 2016 | 02:54

Otra vecina de la Región, en este caso nacida en Berisso, llegó a los excepcionales 100 años de edad. María Esther Caminos cumplió el siglo de vida el pasado martes, pero ayer al mediodía fue que la familia y los vecinos se reunieron para agasajarla en su casa de Altos de San Lorenzo.
Protagonista de una historia que comenzó con algunas dificultades a raíz de la apretada economía familiar y del esfuerzo que debieron realizar sus padres para sacar a la familia adelante, vivió, durante su infancia, en la emblemática calle Nueva York. Desde muy joven tuvo que salir a trabajar y, como la mayor parte de las chicas de ese barrio en aquellos tiempos, consiguió un puesto en uno de los frigoríficos de la zona - Armour -, donde mantuvo el empleo por largos años.
Durante los festejos de carnavales, como era bien típico de la época, en 1941 conoció a Miguel Luzkevich, un joven proveniente de un matrimonio de inmigrantes polacos con quien se casó y tuvo dos hijos, Nélida y Alberto (fallecido).
María Esther concretó su principal proyecto de vida y construyó, para terminar de completar su sueño, una casa en Villa Zula. Allí vivió hasta 1986, año en que enviudó y decidió ir a vivir a la casa de su hija, en La Plata, donde reside en la actualidad, rodeada, casi todos los días, del afecto que le profieren los nietos y bisnietos que la visitan.
Lectora de EL DIA de toda la vida, esta bisabuela es un excelente ejemplo de vitalidad, pues llegados los cien años María Esther lleva a una dieta diaria sin restricciones, se da todos los gustos a la hora de sentarse a la mesa, no consume medicamentos y hasta acompaña cada comida con una copa de vino, una satisfacción cotidiana que mantiene desde sus años más jóvenes.
Una vida tranquila
Según confía cuando se le pregunta por el secreto de su longevidad y por la clave de un estado de salud física tan óptimo, se trata de “comer de todo, pero tranquila”, así como de “disfrutar del día a día, ser feliz con lo que se tiene; no preocuparse demasiado; y reunir y amar a la familia”.
Por lo extraordinario del acontecimiento, el festejo fue doble. El 17 de mayo - el día propio del cumpleaños - María Esther lo celebró con sus compañeros y el personal del centro de día al que asiste, y ayer, en un domingo de otoño de clima impecable, almorzó junto a su hija, su yerno, y la mayoría de sus nietos y bisnietos.
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