Algo bien picante para el jardín: chiles de cultivo propio

Darle un mordisco a un chile o pimiento (Capsicum annuum) puede ser una experiencia reveladora, por no decir una sensación cercana a un incendio en la boca. Otras veces, el fruto puede tener un sabor más bien dulzón y mucho más suave. Y es que existen muchísimas especies de esta planta, que es empleada en México desde el 5.000 antes de Cristo. Tras su llegada a Europa, fueron los monjes húngaros los que pusieron especial empeño en quitarle algo de su picor, y de ahí surgieron variantes más suaves de los pimientos.

Chile, peperoni, ají, pimiento: todos esos nombres son válidos para las plantas de la especie Capsicum. Páprika es el nombre húngaro, chile el mexicano, peperoni el italiano. La mayoría se puede ordenar en botánica bajo el término Capsicum annuum. Las variedades de la especie Capsicum chinensis son consideradas las más picantes.

Un lugar cálido y protegido en el balcón o la terraza puede ser un sitio ideal para cultivarlos. A los chiles no les gusta el agua estancada, aunque eso no significa que no haya que regarlos a menudo. Y es que, si se secan, pierden los frutos.

Los chiles necesitan bastante nitrógeno para que se formen muchas hojas y frutos. Al principio, cuando la planta es joven, es sensible en cuanto a los nutrientes. Por eso en la etapa de siembra y cuando la planta aún es joven, conviene que la tierra no sea demasiado rica en nutrientes. Una vez que la planta empieza a crecer, se le puede dar abono orgánico.

Las pulgas y arañitas suelen atacar estas plantas, y si el clima es cálido y húmedo probablemente sean azotadas por las mosquitas blancas. En general esos bichitos se pueden combatir con remedios caseros como una mezcla de agua y jabón blanco o alcohol, que se rocían sobre las plantas. En el caso de las arañitas alcanza con aumentar la humedad ambiente, mientras que las mosquitas blancas se pueden combatir con papeles autoadhesivos para atrapar insectos.

Los chiles pueden durar mucho, pero si se los cultiva en países de inviernos muy fríos, hay que protegerlos cuando bajan las temperaturas. Lo mejor es colocarlos en un lugar claro y fresco en el que las temperaturas no bajen de los ocho a diez grados. También conviene podarlos y regarlos con moderación.

Quien quiera guardar algunas semillas de la cosecha de este año debe tener en cuenta que las variedades y especies se cruzan entre ellas, con lo cual nada garantiza el resultado final. Es decir, nunca se sabe a ciencia cierta qué fruto se obtendrá. En general, con los sucesivos cultivos, los chiles se vuelven más picantes. Por eso si tiene varias plantas distintas y una de ellas es muy picante, lo mejor es no usar esas semillas.

Si, de todas formas, quiere hacer la experiencia, lo mejor es elegir frutos bien maduros. Los verdes nunca lo están: mejor seleccionar los que son amarillos, rojos, naranjas o marrones para extraer las semillas.

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