Juguete eléctrico

Simplificando y condensando si sonido hasta emparentarlo con la tradición cancionera clásica, sin dejar de lado el rock alternativo ni el uso de máquinas, Las Bodas Químicas arriban al equilibrio justo con su flamante disco, “Juguete de Troya”.

Guiada por el productor Ale Vázquez, la banda que integran José Lavallén Iglesias -voz y guitarra-, Andrés Tersoni -bajo- y Nicolás Daniluk -batería- abre la fanea con los agudos de la guitarra en “Compañero”, con un riff personal y un buen trabajo de la base, por va conduciendo una canción que atraviesa por momentos de furia eléctrica que surge del cuarto de máquinas y los procesadores de guitarras.

“Camaleón”, que le sigue, tiene un comienzo punk con el bajo y la guitarra a pleno; es una trompada en la cara con momentos algo psicodélicos y de “delirio” instrumental, como forma de castigo a los hipócritas, se infiere del contenido de la letra.

“Fácil y difícil” pone una tregua en la escucha del disco con aires de balada, y un cohesionado trabajo grupal: sostenidovveat desde la batería, la guitarra luciéndose y el bajo sosteniendo todo el andamiaje.

La veta más rockera vuelve con “Tres colores” que arranca con un riff bien glam, provocativo y sensual, y se desarrolla como canción a dos voces que se vincula naturalmente con lo mejor del rock argentino de los 70, pero también con elementos de Queens of The Stone Age.

“Juguete de Troya” que le da nombre a un disco ilustrado con arte y originalidad, hermosamente ilustrado, es un funk metalero, bien sucio, cargado de furia, con un groove irresistible y que emparenta el lado “power” de Las Bodas Químicas con lo mejor de Catupecu Machu.

Con una densidad sonora más notoria y elementos folclóricos, esa línea se sigue en “El País de las manzanas” con un riff más rockero y con un aire siniestro y terrorífico que recuerda al emblemático “I put a spell on you” del prócer blues-rockero Screamin’ Jay Hawkins.

“Acepto” es un medio tempo a cargo del bajo y con las guitarras jugando cargadas de efecto. “Pregúntese” muestra el lado lúdico de las Bodas Químicas en sus letras, con una canción cargada de efectos, dura, con ciertos elementos funk y rockeros y la base sonando muy power.

“Loser de neón” es otra bajada de cambio baladística con un gran trabajo de la guitarra a lo John Frusciante (Chili Peppers) y un muy buen trabajo vocal de toda la banda, que logra una gran atmosfera. “El mismo enemigo” tiene una base funk pero guitarras crudas. Y el disco cierra a puro rock rutero, con “Rock para Johnny” y la banda pisando fuerte, ardiente y encaminada.

Ale Vázquez
Andrés Tersoni
Catupecu Machu
El País
Jay Hawkins
José Lavallén Iglesias
Las Bodas Químicas
Nicolás Daniluk
The Stone Age

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