Recursos a mano, cuando todo falla

Asambleas vecinales para debatir un problema compartido y común. Reuniones con jefes policiales, políticos o funcionarios. Patrullajes ciudadanos por las zonas y en los horarios más complicadas; a veces, armados.

Grupos de whatsapp o de Facebook. Alarmas más o menos sofisticadas. Métodos de alerta pactados entre los vecinos de una misma cuadra.

Garitas de seguridad. Vigiladores privados. Sirenas. Luces. Cámaras de monitoreo en casas particulares.

Cuando la seguridad del Estado falla y los reclamos no tienen eco, son los ciudadanos de a pie quienes implementan sus propios recursos de prevención para evitar ser la próxima víctima.

Eso podría resultar inquietante, pero resulta grave cuando todo eso falla y son los mismos vecinos quienes toman el poder represivo en sus manos, incluso a riesgo de su propia vida.

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