Las playas locales, colmadas de gente

Con máximas que superaron largamente los 30 grados, mucha gente eligió ayer escapar del calor de la Ciudad y refugiarse en las arenas de Punta Lara. Sombrillas, reposeras, sillas plegables y mate hicieron de las playas del Río de la Plata una excelente opción de fin de semana. Al igual que sucede en los lugares de la costa atlántica donde algunos eligen las playas céntricas y otros prefieren las más alejadas, en la ribera local también hay para todos los gustos y la tarde de ayer no fue la excepción.

El frente costero de Punta Lara abarca 18 kilómetros, de los cuales cerca de diez están habilitados para bañarse y ocho, para la práctica de pesca deportiva. Ayer, algunos llegaban con sus kayaks, motos de agua, semirrígidos, gomones, lanchas y veleros. Otros practicaban windsurf, esquí acuático y hasta se animaban al kitesurf.

Con un cielo limpio y un sol que por momentos se hacía abrasador, la costa ensenadense fue una opción para miles de vecinos que buscaron disfrutar de un poco de arena y río. El movimiento comenzó cerca del mediodía, y pasadas las dos de la tarde toda esa zona de la ribera local lució colmada de personas que le dieron al paisaje una postal veraniega que, por momentos, la hacía casi idéntica a la que se vivió también ayer en distintos puntos de la Costa Atlántica, donde el clima generó que las playas lucieran colmadas y con pocos metros libres de arena.

Por eso, los comerciantes del balneario se mostraron entusiasmados, dado que el primer fin de semana del año se presentó con miles de personas concurriendo en familia y en grupos juveniles a Punta Lara, como así también a otras playas de la región como las de Berisso.

Con una simple recorrida por la ribera ensenadense, cualquiera podía darse cuenta que quienes más disfrutaron de las condiciones del tiempo -más que nada por el viento que comenzó a levantarse pasadas las cuatro de la tarde, con el sol aún firme y sin nubes que lo taparan- fueron aquellos que practican el cada vez más de moda kitesurf: parados sobre una tabla y enganchados mediante un arnés a una vela similar a la del parapente, se deslizaban sobre la superficie del Río de la Plata a gran velocidad y contra un cielo inmaculado y celeste, y cuando ésta alcanzaba un nivel importante saltaban y se elevaban varios metros, haciendo así que la postal en las playas de Punta Lara fuera la de un verano que arrancó con mucho calor y arenas colmadas.