Género, mujeres y trabajo

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Por Mora Blaser Socióloga, especializada en género

La desigualdad de género en la participación laboral, la precariedad laboral, la segregación laboral y los ingresos, y una desigual distribución del trabajo doméstico, son factores que persisten en la realidad laboral de las mujeres.

Cuando nos referimos a la segregación laboral, visualizamos dos tipos, en primer lugar la segregación horizontal que se refiere a las dificultades que tienen las personas en acceder a determinadas profesiones por ser consideradas masculinas o femeninas, entonces las mujeres se han insertado generalmente en actividades laborales vinculadas con lo que el imaginario social considera parte del universo femenino y que son una extensión de la vida doméstica: la educación, el cuidado, entre otras; mientras que encuentran múltiples barreras y un ambiente plagado de prejuicios cuando quieren insertarse en una actividad laboral considerada masculina, por ejemplo ingenieras. En segundo lugar, la segregación vertical, es decir las dificultades que enfrentan para el desarrollo laboral; el denominado techo de cristal, esa barrera invisible, pero existente y difícil de romper, que limita el crecimiento laboral de las mujeres en sus ámbitos de trabajo, impidiéndoles acceder a cargos de mayor responsabilidad y liderazgo, solo por el hecho de ser mujeres.

Si nos centramos en el trabajo doméstico, definido como aquellas tareas relacionadas con la vestimenta, la salud, la limpieza y la alimentación de miembros del hogar, observamos que aún es desproporcionada la carga que asumen las mujeres en esta actividad. Entonces siguen siendo ellas las principales encargadas de las actividades de cuidado y organización dentro de los hogares. Esta doble jornada, de trabajo extra doméstico y trabajo doméstico, produce una sobrecarga que llega a afectar la salud física y mental y dificulta el desarrollo personal y laboral.

Además, muchas son las mujeres que realizan actividades en el mundo de la economía social o economía que ha sido llamada “informal”: así las vemos en las pequeñas empresas domésticas, el trabajo doméstico remunerado, estas son -en general- actividades con escaso o nulo acceso a la seguridad social, con bajos ingresos y en condiciones de trabajo precarias.

Cuando hablamos de mujeres y cuando hablamos de géneros nos referimos a un universo amplio, diverso, heterogéneo que está atravesado por la pertenencia social, la orientación sexual, la etnia y las geografías (urbana, rural), todos estos son aspectos fundamentales a tener en cuenta cuando nos centramos en las particularidades y analizamos las barreras en la participación en el mercado de trabajo desde los géneros.

En este contexto urge centrar la mirada en las desigualdades para formular y potenciar las acciones que permitan lograr la igualdad y la equidad de género en el mundo del trabajo.

 

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