El Nobel de Física, para los científicos que detectaron las ondas gravitacionales
Edición Impresa | 4 de Octubre de 2017 | 04:27

Los científicos Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne, fueron galardonados ayer con el Premio Nobel de Física 2017 por su contribución en la detección y observación de las ondas gravitacionales, una perturbación del espacio-tiempo que había sido predicha por Albert Eistein hace más de un siglo, según anunció la Real Academia Sueca de las Ciencias.
“Los tres galardonados -explicó el fallo- han contribuido de forma inestimable a poner en marcha el Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO), la iniciativa que detectó por primera vez esas ondas el 14 de septiembre de 2015, en un proyecto en el que trabajan más de mil personas de distintos países”.
“Esa vibración, que llegó a la Tierra de forma extremadamente débil, provenía de la colisión de dos agujeros negros, sucedida hace 1.300 millones de años -explicó el jurado- y su medición es ya una prometedora revolución en la astrofísica”.
Este fenómeno cósmico había sido predicho por el científico Albert Einstein un siglo antes en su Teoría General de la Relatividad.
Weiss, Thorne y Barish trabajan en la Colaboración Científica LIGO y VIRGO, que une a los detectores del LIGO localizados en Livingston (Louisiana) y Hanford (Washington) y el detector franco-italiano VIRGO, localizado cerca de Pisa (Italia).
Rainer Weiss, que nació en Berlín en 1932, ejerce en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT); mientras que Barry Barish, nacido en Omaha (Estados Unidos) en 1936, trabaja en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), junto a su colega Kip S. Thorpe, nacido en Logan (Estados Unidos) en 1949.
El año pasado, la Real Academia Sueca de las Ciencias distinguió con el Nobel de Física a los británicos David Thouless, Duncan Haldane y Michael Kosterlitz, por descubrir estados poco usuales de la materia que abrieron la vía al desarrollo de materiales innovadores.
La dotación del premio es de 9 millones de coronas suecas (1,1 millones de dólares), después de que este año la Fundación aumentara el monto de las distinciones Nobel por primera vez en cinco años.
La semana Nobel arrancó el lunes con la concesión del premio de Medicina a los estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young por sus investigaciones sobre el “reloj biológico”.
Tras el anuncio de ayer, hoy se conocerá al ganador o ganadores del Nobel de Química, el jueves, el de Literatura; el viernes, el de la Paz; y el de Economía, el lunes siguiente.
Todos los premios se dan a conocer en Estocolmo, a excepción del de la Paz, que se falla y entrega en Oslo por deseo expreso del fundador de los premios, el magnate sueco Alfred Nobel (1833-1896), ya que Noruega formaba entonces parte del Reino de Suecia.
Los premios son entregados el 10 de diciembre, en coincidencia con el aniversario de la muerte de Nobel, en una doble ceremonia en el Konserthus de Estocolmo y en el Ayuntamiento de Oslo.
EL SUEÑO DE EINSTEIN
El Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO) detectó en septiembre de 2015, aunque no se difundió hasta cinco meses después, las fluctuaciones en el espacio-tiempo producidas por la aceleración de los cuerpos masivos cuando explota una supernova o colisionan agujeros negros.
Desde que Einstein las formuló en su Teoría General de la Relatividad, muchos físicos intentaron detectarlas, aunque incluso el propio científico alemán llegó a creer que nunca se podrían medir o dudó de que no fueran sino una ilusión matemática.
A finales de la década de 1950 nuevos cálculos probaron, sin embargo, que esas ondas transportaban energía, por lo que podrían ser detectadas; y en 1974 fue descubierto un púlsar doble -similar a una estrella en su masa pero de dimensiones muy reducidas-, lo que demostraba que los objetos en movimiento emiten ese tipo de ondas.
El hallazgo le valdría en 1993 el Nobel de Física a los también estadounidenses Joseph Taylor y Russell Hulse, hasta que a mediados de los 70 Kip Thorne y Rainer Weiss iniciaron sus proyectos para poder descubrir las ondas a partir del diseño de un interferómetro láser, la base del futuro LIGO.
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