TDAH, un trastorno cada vez más diagnosticado y que abre el debate
Edición Impresa | 5 de Octubre de 2017 | 03:54

Luego de que una mujer denunciara a través de las redes sociales que su hijo de 8 años, que padece trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), fuera varias veces maltratado y golpeado por sus compañeros de la Escuela Primaria 55 de nuestra ciudad, el debate sobre cómo deben actuar docentes y médicos ante este tipo de trastornos vuelve a reabrirse y plantear un interrogante para el que no existe siempre una sola respuesta: ¿hay una infancia cada vez más medicada? Y en todo caso: ¿cómo hay que tratar y abordar este trastorno?
Lejos de polémicas pedagógicas o científicas, lo cierto es que el caso reciente de la escuela platense se inscribe en una seguidilla de casos similares en el ámbito educativo que, desde hace tiempo, divide las aguas y dispara fuertes discusiones entre pediatras, psicólogos, psicopedagogos, neurólogos y psiquiatras. Mientras algunos se inclinan por diagnosticar TDAH cada vez en más niños, otros se muestran preocupados por la tendencia de estigmatizar y unificar a un montón de chicos distintos con un mismo -y a veces errado- diagnóstico.
lo que hay que saber
Falta de concentración, hablar en exceso, impulsividad y problemas de manejo del tiempo son algunos de los síntomas del TDAH, que afecta el rendimiento de los chicos en la escuela y que, según los especialistas, dificulta el proceso de aprendizaje. “El TDAH afecta frecuentemente a niños, adolescentes y en muchos casos persiste en la vida adulta. Es un motivo muy frecuente de consulta”, explica Claudio Waisburg, director del instituto neuropediátrico Soma, quien agrega que, según estudios internacionales, afecta a entre el 3 y el 5 por ciento de la población escolar, es decir que “en un aula de 30 alumnos podríamos encontrarnos con uno o dos casos”.
Según el experto, se trata de un trastorno “de origen y base neurobiológica, con predisposición genética y familiar heredada”, y precisó que se debería a “un desbalance de ciertos neurotransmisores -fundamentalmente dopamina y noradrenalina-, sobre todo en regiones pre-frontales” (ver “Encuentran dificultades...”).
Así, si el chico no sigue las consignas, le cuesta esperar su turno, pierde los útiles, evita tareas de esfuerzo mental sostenido, tiene cortos períodos de atención, no se queda quieto, habla en exceso o es hiperactivo, lo más recomendable es consultar con un experto. Esto, claro, no implica necesariamente que el chico deba ser medicado.
La tendencia a diagnosticar y medicar proviene, según algunos especialistas, de las corrientes reduccionistas norteamericanas, a veces productivas para contrarrestar ciertas patologías pero, en ocasiones, demasiado simplistas y encubridoras del problema de fondo.
“Muchas veces se dijo que el TDAH era una enfermedad inventada, algo que a todas luces es un disparate”, asegura la psiquiatra y docente María Laura Loskyn, para quien esas dudas que se plantean en torno a la enfermedad “parten de un mito que se debe desterrar, dado que el trastorno existe y los exámenes para llegar al diagnostico son múltiples y rigurosos justamente porque hay que estar muy seguro de lo que va a indicar. Pero no hay una respuesta única, porque cada tratamiento dependerá de cada caso”.
Hace unos años, la histórica polémica se reavivó a partir de la circulación dentro de las redes y de los blogs especializados de un artículo que planteaba que el “descubridor” del TDAH, el psiquiatra Leon Eisenberg, habría dicho en una nota antes de morir que el TDA-H era una “enfermedad inventada” y que su origen genético estaba sobrevalorado.
“Lo primero que se debe informar es que el diagnóstico del TDA-H data de mucho antes de Eisenberg -aclara Loskyn-, y lo segundo es que sus bases neurobiológicas están cada vez más claras y existen en todo el mundo previo a la industria farmacéutica”.
En nuestro país, según el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (Safyb), los chicos de entre 6 y 14 años tienen un 40% más de probabilidades de recibir el diagnóstico y una receta que hace 15 años atrás. Además, de acuerdo a los datos que manejan en esta entidad, el déficit de atención con hiperactividad representa el 20% de las consultas infanto juveniles.
Como no existe una mirada única sobre esta enfermedad y sus distintas variantes, según sea el criterio que se aplica en cada diagnóstico este trastorno afecta a entre el 5 y 7% de la población infantil. Sólo en los casi 5 millones y medio de chicos argentinos en edad escolar, eso se traduciría en algo más de 320 mil alumnos de entre 5 y 12 años con déficit de atención.
Actualmente hay varios cuestionarios que circulan por los colegios. Se pregunta sobre la conducta de los chicos, se suman los puntos de las respuestas y así surge el diagnóstico.
Las preguntas son del tipo “¿El chico está como en la luna?”. Si la respuesta concluye en un TDAH, en la mayoría de los casos el paso siguiente es la medicación. Y la medicación que se da en estos casos es tan delicada que requiere receta por triplicado, como la morfina.
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