Juan Angel Plastino

Su fallecimiento

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Reconocido como profesional, respetado en lo personal, apasionado por la vida, Juan Angel Plastino supo forjar vínculos fecundos y perdurables en todos aquellos ámbitos en los que se desempeñó, tanto en nuestro país como en el exterior. Su fallecimiento, a los 76 años, provoca hondo dolor entre quienes lo valoraron en el plano humano y como referente en la búsqueda de la excelencia y el desarrollo de equipos de trabajo en el campo de la cardiología.

Nacido en nuestra ciudad el 25 de febrero de 1941, hijo mayor de una familia de ocho hermanos, completó sus estudios primarios y secundarios, respectivamente, en la Escuela Graduada “Joaquín V. González” y el Colegio Nacional “Rafael Hernández”, ambos dependientes de la Universidad Nacional. Luego se formó en la facultad de Ciencias Médicas platense, de la que fue destacado estudiante hasta su egreso en 1964.

Entonces inició una prestigiosa y vasta trayectoria de más de medio siglo, hasta fines de 2016, como especialista en cardiología y pionero en la llegada de la ecocardiografía al país. Llegó a ser Jefe del servicio de Cardiología del Hospital Italiano local (entre 1992 y 2008), presidente de la Federación Argentina de Cardiología (1988/89), y director de la Residencia Universitaria en Cardiología del Italiano (1996-2008). Además, fue jurado de trabajos científicos, consultor honorario de la Fundación Favaloro, miembro del American College of Cardiology y miembro emérito de la Federación Argentina de Cardiología.

Hombre de arraigadas convicciones morales, canalizó su innata vocación solidaria por medio de los Grupos de Acción Católica Juvenil, y supo manifestarla luego desde la función pública como director de Atención Médica y de Reconocimientos Médicos bonaerense, y secretario de Bienestar Social de la Comuna, entre otros cargos.

Paradigma de constancia, perseverancia y abnegación, tanto con sus pacientes como a la hora de transmitir saberes a los médicos residentes, organizó y coordinó congresos profesionales nacionales e internacionales.

Casado en 1965 con Mirta Lucía Dazeo, su novia desde el primer año de la facultad, y con quien compartió tanto el amor por su profesión como los valores familiares, tuvo tres hijos -Federico, María Laura y Valeria- que se prolongaron en seis nietos, compañeros incansables de tardes de ajedrez, vacaciones, viajes y asados de domingo.

Ferviente hincha y socio vitalicio de Gimnasia y Esgrima de La Plata, aficionado a los deportes que practicó tiro, fútbol, tenis y golf, amante del buen jazz y de las reuniones con amigos, caballeroso y discreto, fue un atento y dedicado esposo, padre, abuelo, hermano, tío. “Cualquier cuestión que le preocupara a un amigo o familia, pasaba a ser un problema propio del cual deseaba ocuparse personalmente” recuerdan los suyos: “su tenacidad era inquebrantable, y siempre sabía aportar la palabra sensata y justa en el momento apropiado”.

 

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