La revolución rusa en clave argentina

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La Revolución Rusa de 1917, cuyo centenario se celebró el 7 de noviembre pasado, provocó una conmoción planetaria cuyos ecos impactaron con fuerza en la Argentina, donde se configuraron bandos de “entusiastas admiradores y francos enemigos”, afirma el historiador Hernán Camarero en su reciente libro “Tiempos Rojos”.

“La ola de entusiasmo que recorrió el mundo excedió a los comunistas y a las corrientes ácratas y fue tan fuerte acá que hasta un joven Jorge Luis Borges proclamó su apoyo a la gesta maximalista y comenzó a escribir un libro titulado Salmos Rojos, que finalmente nunca publicó”, ejemplifica.

Pero también, añade, sus enemigos tomaron registro y comenzaron a leer la realidad como la corporización del “fantasma comunista”, y descargaron ese temor en sucesivas masacres obreras, como la Semana Trágica de 1919 y las matanzas de huelguistas en la Patagonia, en 1920-21.

Doctor en historia, docente universitario e investigador, Camarero repasa en el libro, de seis capítulos bien documentados, y editado por Sudamericana, el proceso iniciado en Petrogrado y su impacto en el movimiento obrero y las izquierdas argentinas. También la respuesta del Estado, la gran prensa, las clases propietarias, la Iglesia y en la cultura.

“Fueron tiempo rojos en todo sentido. Acá estaba la clase obrera más organizada de América Latina y la conflictividad social estaba en alza. En la primera década del siglo XX hubo ocho huelgas generales. La celebración del 1º de Mayo había culminado en 1909 con la Semana Roja, donde la policía de Ramón Falcón mató a decenas de obreros. Por eso no es cierto que la violencia llegara con la Revolución en Rusia y sus ideas; era previa”, sintetizó Camarero.

 

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