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La Ciudad |No siempre su uso es ofensivo y en muchos casos el sentido es inverso

Los platenses y el abuso de las malas palabras

Los vecinos dicen en promedio unas nueve por día, cifra que llevó a La Plata a lo alto de un insólito podio nacional

Los platenses y el abuso de las malas palabras
28 de Abril de 2024 | 04:20
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Los insultos son parte del ser argentino. Se expresan con rabia, con enojo, pero también con alegría. Se usan para enfatizar un festejo e incluso se dicen con un dejo de cariño cuando el destinatario es un ser querido. Las “malas palabras” calificativo con el que se les marca a los niños que no deben ser dichas, ocupan un lugar dentro del léxico y por más que a muchos les disgusten no se puede negar que están incorporadas en el día a día de la gran mayoría.

Tal es su influencia en el hablar popular que una plataforma especializada en la enseñanza de idiomas realizó un relevamiento entre los habitantes de las 20 ciudades argentinas más pobladas para indagar más sobre la relación de los argentinos con las groserías. Como resultado sacaron en limpio que cada persona dice en promedio unos ocho insultos diarios y no siempre en contexto de enojo o pelea ya que muchos de ellos forman parte de una conversación amena.

El dato a destacar fue que La Plata con nueve insultos diarios por persona se posicionó entre las cinco ciudades más “puteadoras” de todo el país. El primer lugar lo comparten General Roca (Río Negro), Paraná (Entre Ríos), Mar del Plata y Santiago del Estero con un promedio de 10 insultos por día. Últimas se ubican Santa Fe y San Miguel de Tucumán con seis.
¿Por qué putean los platenses? ¿En que momento lo hacen? ¿Con qué propósito? Eso salió a preguntar EL DIA a los vecinos y se encontró con un amplio abanico de respuestas en la que algunos a modo de broma llegaron a proponer mejorar la estadística para llegar al primer puesto.

“Sí, insulto mucho a lo largo del día, podría decir que todo el tiempo. Es más podría asegurar que hasta en los sueños puteo”, reconoció Adriana (32) y completó: “No hay un contexto en particular, es cotidiano y ya forma parte de mí vocabulario. Por supuesto que no lo hago en mí lugar de trabajo o con mis superiores. Tal vez sí con compañeros con los que tengo confianza pero si no, excepto en mi espacio laboral, insulto constantemente, hasta para festejar algo”.

Adriana no es la única que se adapta al contexto, más allá de que forme parte de su modo de hablar la mayoría se limita cuando está trabajando. Esto se vio reflejado en el estudio en el que solo el 12,7% de los argentinos reconocieron decir groserías en su lugar de trabajo. En contraposición “el 43% prefiere decirlas mientras se encuentra entre amigos, el 42% cuando se encuentra en casa y un 28% mientras va en auto”, detallaron en el informe.

LOS LÍMITES

Este carácter multifacético de las malas palabras que hace que puedan ser usadas para expresar tanto enojo como satisfacción o alegría, hace que se hayan arraigado mucho más dentro de la manera de hablar de los argentinos. Palabras como boludo que son usadas coloquialmente para hablar entre amigos, engrosaron rápidamente el promedio de groserías diarias. “Yo creo que supero ampliamente ese promedio, no llevo la cuenta pero puedo asegurar que más de 15 al día digo seguro”, sostuvo Adriana al respecto quien en general dirige los insultos hacia ella misma, es decir “cuando estoy en casa puteo hacia mi o sola cuando pasa algo. Pero eso no quita que no lo haga con terceros, no me reprimo si la situación lo amerita. Como dice el dicho ‘boludos sobran’”, afirmó entre risas.

Ese es el límite para muchos, agredir a un tercero. Sobre todo si se trata de un desconocido en la calle. “Yo puteo mucho pero porque está dentro de mi forma de hablar, generalmente son palabras que digo al pasar dentro de una oración pero no tienen un destinatario”, expresó Andrea (28) y añadió: “La verdad nunca las conté, debo superar ampliamente las nueve malas palabras diarias y más si se tienen en cuenta boludo u otras expresiones cariñosas que ya ni las cuento como groserías”.

El 43% insulta entre amigos, el 42% dentro de su casay un 28% cuandova en el auto

Pero su límite es ofender a un tercero y más a un desconocido. “Por más que me enoje en la calle, si un auto pasa en rojo puedo llegar a gritarle algo, pero no mucho más. Nunca me pelee ni me insulte con un desconocido y creo que no podría hacerlo. En mi caso los insultos quedan para los conocidos”, rió al notar la paradoja que sus amigos sean los que reciben las malas palabras de su parte.

“Creo que no soy de insultar mucho. Pero cuando lo hago es en contextos de confianza, con mis amigos, familia, pareja. Lo que si sale mucho es el autoinsulto, cuando me equivoco lo primero que sale por dentro es ‘que pelotudo’ o ‘que estúpido’”, contó Agustín (36) a este diario quien no está solo en esta ya que el estudio de la aplicación de idiomas descubrió que el 49,55% de los argentinos tiene a insultarse a sí mismo. Esta actitud se encuentra en mayor medida entre los hombres quienes el 50% de los encuestados reconocieron hacerlo, mientras que en las mujeres el porcentaje fue del 48%.

LOS NIÑOS Y LAS MALAS PALABRAS

No todos están de acuerdo con esta asimilación de las malas palabras que hacen que hasta pasen desapercibidas en conversaciones enteras, en especial cuando hay niños escuchando.

“Yo no insulto mucho, te diría que casi nada y si lo hago es a solas cuando por ahí me pasa algo en mi casa, me lo digo a mi misma pero a otros no, menos a un desconocido. No llego a las 8 diarias ni ahí, tampoco digo tanto ‘boludo’ ni otros latiguillos que la gente suele usar”, comentó Denise quien a pesar de su juventud (26) no se suma a esta manera de hablar.

“No me gusta que nadie hable mal en general, pero lo que sí me molesta mucho es cuando los nenes insultan. Trabajo en una escuela y es una lucha a diario para que no las digan, cuando los escucho me enojo mucho y trato de explicarles por qué está mal para que no se repita”, confesó la docente.

Ella no está sola, todavía queda una parte de la población que prefiere mantener los buenos modales y evitar las groserías, pero son los menos. La mayoría celebró esta inclusión dentro de las ciudades más “puteadoras” y prometieron dar su granito de arena para permanecer en el ranking.

 

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En promedio, los platenses dicen unas nueve groserías por día / web

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