La presencia de los manteros no descansa ni los domingos en el centro y los paseos de la Ciudad

El preocupante fenómeno no da respiro y se consolida en diferentes puntos. Crece el estado de alerta entre los comeciantes locales

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En materia de venta ambulante, como en un juego de la oca interminable, La Plata da pasos adelante y atrás desde hace décadas. Y, llamativamente, las autoridades no parecen saber distinguir cuál es cuál entre ambas direcciones. Además, como sostiene el tango, veinte años no son nada: en mayo de 1997, después de una memorable batalla campal, los “manteros” fueron desalojados y se los recompensó con taxis y puestos verdes; en las postrimerías de 2017, la oferta ilegal es tan abrumadora como entonces, o incluso más. Ayer, en plena jornada dominical, el circuito de productos truchos, imitaciones y “artesanías” fabricadas en serie funcionó a pleno.

Con su mercadería prolijamente distribuida sobre lienzos y caballetes, los vendedores irregulares replicaron en los ejes de calle 8 y 12 la estrategia de abrir en domingo que implementaron muchos de los locales registrados, ante la cercanía de las Fiestas. Esto provocó amargas quejas entre muchos comerciantes: “vinieron porque sabían que íbamos a abrir... Es un círculo vicioso, porque no sólo representan una competencia desleal sino que encima dependen de las oportunidades que creamos nosotros para poder ejercer esa competencia”.

Si bien no existen estadísticas acerca de cuánto repercute este estado de cosas en los balances de los comercios legalmente constituidos -e incluso hay quienes creen que el impacto no es tan contundente ni directo-, la amplia mayoría de los propietarios de negocios en el centro platense pide la erradicación de toda clase de actividad al margen de la ley, afirmando que resulta nociva para la generación de puestos de trabajo genuinos.

Paraíso de la economía informal, la zona caliente de los puestos nuclea a más de 200 “sueltos”, que si se toman en cuenta las ferias en plazas superan los 6 mil, de acuerdo con un relevamiento de la Cámara de la Mediana Empresa (CAME).

El mismo informe revela que estas modalidades de venta cayeron en el plano nacional, pero crecieron notoriamente en el local, de la mano de una extendida red de inmigrantes africanos -a los que se señala como peones de un ajedrez con el que se enriquecen distribuidores de gran escala-, de cuentapropistas platenses y de otros que llegan todos los días en tren desde el Gran Buenos Aires.

destino circular

Hace veinte años, la violenta resistencia de los ambulantes les valió que la Comuna les ofreciera para aquietar su beligerancia subsidios, licencias para taxis y permisos de explotación para puestos de comidas en las plazas.

Ahora, nuevamente, la Comuna evalúa la posibilidad de reubicaciones “en un predio que se está estudiando”, a pesar de que la historia reciente muestra cierto agotamiento de la estrategia de echar mano al patrimonio público para “regularizar” a medias las cosas, cediendo el uso de espacios verdes o pagando alquileres -como ocurrió con el local en donde funcionara la discoteca Macondo-. Hoy por hoy, en las aceras céntricas se incumplen ordenanzas, el código contravencional local, leyes nacionales, normativas impositivas de la AFIP y de ARBA, y disposiciones de salubridad.

Desde el área de Control y Convivencia Ciudadana se subraya que “se realizan diferentes gestiones para conseguir un predio, que operaría con gestión privada o mixta, y que permitiría la inserción laboral de quienes aseguran que lo que hacen actualmente es su único ingreso para subsistir. Una vez lograda esa meta, se iniciarán operativos más drásticos de fiscalización con tolerancia cero”.

La venta ambulante, y las organizaciones que se presumen detrás de algunos de sus circuitos, representan un problema en muchas de las urbes del mundo, en las que las sanciones pueden llegar a la prisión y la deportación.

 

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