Los adoquinados, una historia que se empezó a escribir en el siglo XIX
Edición Impresa | 28 de Diciembre de 2017 | 01:21

Los primeros adoquines llegaron a la Región como lastre, desde Europa, en barcos que se llevaban en su lugar carnes y granos. Luego, para abastecer la creciente demanda, fueron extraídos de las canteras tandilenses para ser colocados en las calles de La Plata por artesanos italianos, que tuvieron la pericia suficiente como para que durasen más de un siglo.
Su utilidad excede largamente el factor histórico-patrimonial. Un informe del Colegio de Arquitectos local, por caso, enumera sus ventajas prácticas: entre ellas, que es un material sustentable porque posibilita la reutilización; se lo puede retirar y colocar en forma simple y económica cuando se requiere reparar cualquier conexión subterránea o corregir desniveles sin aplicar parches en el pavimento; permite la infiltración del agua de lluvia, evitando la impermeabilización del suelo, perjudicial en el caso de inundaciones; y posibilita la habilitación al tránsito inmediatamente después de su colocación.
Eso no es todo; los urbanistas destacan que soporta cargas muy altas, y que aunque es más caro en lo inmediato, tiene una vida útil superior a otras alternativas de pavimento urbano (80 o más años, contra los 30 a 40 del hormigón y los 7 a 10 del asfalto).
El primer empedrado de granito se colocó en La Plata en febrero de 1883, usando bloques que llegaron desde el viejo continente. El primero se licitó el 21 de febrero de 1883, y dos años después estaban cubiertos por adoquines 188.876 metros cuadrados del casco fundacional. En 1886, en tanto, se instalaron 197.049 metros cuadrados más.
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