Afirman que la nueva fórmula garantiza una mejora promedio de 1,7%
Edición Impresa | 31 de Diciembre de 2017 | 09:33

El trabajo de Foco Económico señala que existe consenso sobre la necesidad de reducir el déficit fiscal y el ritmo de endeudamiento público para evitar un descalabro macroeconómico.
Desde el Gobierno se propuso un sendero gradual de reducción del déficit primario: del 4,6% del PBI de 2016 debía bajar a 4,2% en 2017 y a 3,2% del PBI en 2018. En el año que hoy termina, el grueso del recorte del gasto público se concentró en el renglón subsidios , como correlato de los aumentos de tarifas. Pero, las erogaciones previsionales no dejaron de crecer (aumentaron aproximadamente 1% del PBI en 2017).
En 2018, la cuenta Subsidios ya no podrá seguir cargando con el grueso del peso del ajuste, pues su participación en el total del gasto primario se redujo de 15% en 2016 a un proyectado de 7% al cabo de 2017. Además, con la vieja fórmula de actualización de los haberes, el gasto previsional prometía sostener su tendencia claramente ascendente: de acuerdo a la estimación de Cetrángolo y Folgar, se proyectaba un aumento de las jubilaciones superior al 6% en términos reales.
De lo expuesto se desprende que no hay chances de continuar reduciendo el déficit fiscal y moderar el ritmo de endeudamiento si no se estabiliza el gasto previsional. En última instancia, este es el objetivo buscado por la reforma.
La Ley recientemente aprobada por el Congreso dispuso un cambio en el mecanismo de actualización de los haberes, a través de una nueva fórmula compuesta en 70% inflación y 30% salarios.
Esta fórmula no deja de garantizar virtualmente un aumento de las jubilaciones reales durante 2018. Siguiendo a los supuestos adoptados en la estimación de Cetrángolo y Folgar (inflación 2018=16%; RIPTE=18%), proyectamos un aumento en los haberes reales de 1,7% (promedio 2018 en relación al promedio de 2017).
Sin embargo, algunos economistas cuestionaron la reforma, afirmando que el nuevo esquema de ajuste carga con una distorsión inaceptable: que el primer aumento se decidirá en marzo del 2018, seis meses después de la última suba, y que estará definido por la variación de precios y salarios del 3er trimestre de 2017. Esta asimetría se discutió en los últimos días como el “problema del empalme”
A primera vista, el Gobierno parecería incurrir en la picardía de retacear un trimestre de ajuste. Sin embargo, como bien advirtió Verónica Rappoport, no existe tal “robo” de un trimestre, sino que los viejos ajustes semestrales ahora se desdoblan en dos ajustes trimestrales. Esto, en una primera instancia, le genera al fisco algún ahorro fiscal. En 2018, el fisco también tendrá un ahorro por el cambio de variables en la fórmula, pues para este período puntual, el aumento de los recursos de ANSeS superó holgadamente a la inflación.
La conjunción de ambos efectos explica que el aumento en los haberes promedio en 2018 sea algo más de 4 puntos inferior con la nueva fórmula.
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