La Ciudad alterada y a oscuras por un viento que arrasó con todo

La Ciudad vivió una semana de angustia y alteración. Para miles de familias, fue directamente una pesadilla. Barrios enteros pasaron tres, cuatro y hasta cinco días sin luz. Ayer, la situación seguía sin normalizarse por completo.

Vivir varios días sin luz y sin agua es -sin exagerar- hundirse en un calvario de limitaciones y padecimientos. Cualquiera que lo haya sufrido sabe de qué se trata. Al que tuvo la suerte de no atravesar esas penurias, no le costará, seguramente, imaginarlo.

La vida entera pasa a depender de esta contingencia. Afecta el cuidado de las personas mayores, la atención de los chicos, la higiene familiar, la seguridad de los hogares, el trabajo de pequeños comerciantes, la comunicación, entre otras cosas. Los agravantes también son conocidos: Edelap no responde; nadie da precisiones sobre la evolución de la emergencia; la gente queda a la deriva.

El organismo encargado de controlar el servicio eléctrico (OCEBA) habló el jueves de “un alto grado de avance en el restablecimiento de la red de media tensión”. Sonó a una cargada. A esa altura, había gente que llevaba cuatro días sin luz. Y la emergencia no estaba, ni mucho menos, superada.

Está claro que el temporal de viento fue excepcional, con ráfagas que superaron los 110 kilómetros por hora. Pero la Ciudad volvió a mostrar una alta vulnerabilidad frente a estos fenómenos climáticos. El viento, además, ha desnudado otras falencias. Un ejemplo lo dio el ombú de Plaza Italia: ¿se habría caído si hubiera estado adecuadamente mantenido? Si ya estaba a punto de desmoronarse ¿no se debería haber detectado el riesgo a tiempo y haber tomado medidas preventivas? No se trata de un árbol cualquiera. Era una especie de monumento de la Ciudad. Por eso surge otra pregunta: si no se le prestó atención al célebre ombú de Plaza Italia, ¿cuáles son los árboles a los que se protege, se monitorea y se cuida adecuadamente? ¿Ha pasado La Plata a ser la ciudad de los árboles abandonados?

El temporal del domingo pasado condicionó, como queda dicho, la vida en la Ciudad durante toda la semana. Hubo,sin embargo, otros temas que alimentaron debates y polémicas.

El “tetazo” -con una escuálida manifestación en La Plata- se convirtió en tema nacional. Fue la derivación de la tormenta que armó el incidente de Necochea con tres mujeres que hacían topless en un balneario familiar. Sin embargo, el reclamo terminó “empastado”, al punto de generar confusión. No quedó claro el motivo de la protesta ni la dirección del reclamo. El slogan fue “por la soberanía de los cuerpos”. Sorprende la suposición de que a esta altura del siglo XXI haya cuerpos a los que les falte “soberanía”. La cosa tuvo bastante de provocación, con más ruido que sustancia.

Mientras tanto, el registro de horrores se extendió en la semana con casos escalofriantes: la masacre de Hurlingham se suma a esos casos que cuesta entender y digerir. El crimen de una madre y su hija en Punta Lara es, por ahora, un horror que reclama justicia. Los crímenes, ayer, de dos chicas a la salida de un boliche completan una semana de horrores en la que también perdió la vida una familia platense atropellada en Uruguay por una banda de delincuentes que huía de la Policía.

La política también estrenó nueva controversia: el acuerdo con el Correo ha despertado previsibles objeciones. Otra historia cargada de interrogantes.

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